Capítulo 38.

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Narra Pablo.

Conduzco lo más rápido que puedo para llegar al hospital, mis lágrimas amenazan con salir a cada rato, pero las contengo. No dejo de acariciarla y de mirarla, veo marcas de violencia en el cuello y hace me hace tensar, me juego lo que sea a que se lo ha hecho ese cabrón. Está en el asiento del copiloto inconsciente por la pérdida de sangre.

Por mucho que intente reprimir las lágrimas no sé si aguantaré, me duele verla así de indefensa, no puede hacerme esto, tengo tantas cosas que quiero decirla que me aterra la idea de que se me vaya. No sé que me pasa, pero desde que la vi me ha quitado la razón y necesito decírselo, tal vez me tome por un loco, pero necesito contárselo.

Llego al hospital, la cojo en brazos y la llevo hasta la entrada.

Pablo: ¡Un médico, por favor!

Llegan un médico y la enfermera con una camilla, la tumban en ella y se la llevan. Yo les sigo, pero me cortan el paso al llegar a los bóxes.

Enfermera: Lo siento, no puede pasar.

Pablo: Usted no lo entiende, necesito estar con ella.

Enfermera: Tiene que quedarse aquí, lo siento. Haremos todo lo que podamos.

Pablo: Por favor salvenla.

La enfermera entra al box y esta vez no contengo las lágrimas y comienzo a llorar, dejándome caer sobre el frío suelo pegando la espalda a la pared. No me puedo creer que haya una posibilidad de que la pierda. La conozco de a penas unos meses, pero es demasiado importante para mí como para perderla.

Pasan las horas y yo sigo esperando a que alguien me diga algo, necesito saber que está bien o que se va a poner bien. Llevo horas en la sala de espera y estoy al borde de la desesperación. Por fin sale el médico y viene hacia mí.

Pablo: Doctor, ¿cómo está? ¿se pondrá bien? -le pregunto nervioso.

Médico: Está anestesiada. Ha perdido mucha sangre, hay que llevarla a quirófano para una trasfusión y hay que hacerlo cuanto antes.

Pablo: Por favor, haga todo lo que sea posible. No puedo perderla...

Médico: Haremos todo lo que esté en nuestra mano, se lo aseguro -dice poniendo una mano en mi hombro. No tardaremos mucho, pero aún así debería descansar un poco, le vendrá bien.

Pablo: No, necesito estar con ella.

El médico entra en quirófano y yo me quedo en las sillas que hay en frente de estos, no puedo alejarme de ella.

Busco entre las cosas de Ari y encuentro su móvil, tal vez tenga que llamar a su familia y contárselo, son su familia y merecen saberlo.

Recuerdo que cuando la vi en el restaurante estaba con ella un chico que creo que era su hermano, era el padre de la niña que vino hacia mí. Pero no sé su nombre, a si que cojo el móvil y para buscar en sus últimas llamadas.

Por suerte puedo acceder a sus llamadas sin necesidad de patrón, cosa que agradezco. Miro en las últimas llamadas y encuentro veo que la última llamada recibida es de Leenaa, no sé quién es, tal vez sea su hermana o su amiga, no lo sé, pero marco el número y la llamo.

Suenan tres pitidos hasta que me lo coge. Una voz dulce responde al otro lado del teléfono.

(Conversación telefónica)

Lena: ¿Hola? Ari, te he llamado antes y no me lo has cogido y... -la interrumpo.

Pablo: No, no soy Ari. Soy Pablo, un amigo. Te llamo desde su móvil, tengo que contarte algo. No sabía a quién llamar y eras la última llamada entrante a si que te he llamado a ti.

Lena: Yo soy Lena, su hermana. ¿Qué ha pasado? ¿Ella está bien? -pregunta nerviosa al otro lado del teléfono.

No respondo, no como decirle que su hermana está en el hospital porque ha intentado quitarse la vida y que lleva meses con un hombre que la pega.

Pablo: Verás... Está en el hospital.

Lena: ¿Cómo? ¿Por qué? ¿Es muy grave?

Pablo: Ahora mismo está en quirófano, ha perdido mucha sangre y la están haciendo una transfusión.

Escucho como empieza a sollozar.

Lena: ¿Qué la ha pasado? Aviso a mi madre y a mi hermano y cogemos un vuelo para Los Ángeles cuanto antes. Gracias por llamar, Pablo.

Pablo: Creo que eso es algo que deberías saber cuando estéis aquí. Aquí os espero, no está sola, no la voy a dejar ni un segundo, podéis estar un poco más tranquilos.

Lena: Gracias Pablo. Nos vemos -cuelga.

(Fin de la conversación telefónica)

El tiempo pasa y nadie sale a decirme nada, yo sigo en frente del quirófano. Estoy más nervioso que cuando llegué, pero me ha tranquilizado hablar con su hermana que saber que no estará sola, que su familia vendrá hasta aquí para estar con ella.

Miro mi teléfono y pienso que debería llamar a sus amigas, ellas viven aquí y merecen saber que su amiga está en el hospital.

Llamo a Noelia y le cuento que Ari está aquí, me guardo el porqué está aquí, creo que eso es algo que debe contarles ella, al igual que a su familia.

Noelia me promete que vendrán lo antes posible y colgamos el teléfono.

Me vuelvo a sentar y sin darme cuenta las lágrimas caen de nuevo, he estado muy entero con las llamadas para no preocuparles, pero en realidad no puedo con todo. Poco a poco me tranquilizo, pero la voz del médico, mientras se acerca a mí hace que me vuelva a poner nervioso.

Liberas Mis Alas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora