Capítulo 44.

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Narra Ari.

Continuamos basándonos, mis manos suben hasta llegar a su nuca y le tumbo en el sofá quedando sobre él.

Deja de besarme y se incorpora haciendo que yo también lo haga. No hablamos, solo nos miramos. Pasa sus dedos por las marcas de mi cuello y yo intento apartar su mano mientras contengo mis lágrimas.

Pablo: Mi vida... Estoy aquí y no va a volver a hacerte daño -dice abrazándome contra su pecho-

Me tranquiliza y consigo no llorar.

Ari: Sé que contigo nada malo puede pasarme -le sonrío levemente y le abrazo aún más fuerte, siento como si en sus brazos nada malo pudiera pasarme- Pero ya le oíste en el hospital... Esto aún no ha acabado... Tengo miedo, Pablo.

Las lágrimas que he intentado controlar comienzan a salir sin que yo pueda hacer nada.

Pablo: Tranquila... No voy a permitir que te haga nada malo, ¿me oyes? Nada... -seca mis lágrimas con sus pulgares-

Me da un beso en la frente y vuelve a abrazarme.

Poco a poco me voy relajando, hasta tal punto que me quedo dormida.

(...)

Me despierto y veo que estoy en la cama, pero no en la mía, sino en la de Pablo. Lo último que recuerdo es que Pablo me trajo a su casa porque no iba a dejar que estuviera en mi casa con Eric, nos besamos, medio hablamos del tema de Eric y me quedé dormida.

No veo ni oigo a Pablo por ninguna parte. Miro el reloj y veo que son las nueve de la noche, me meto en la ducha y al salir me doy cuenta de que estoy en casa de Pablo y que no tengo ropa limpia, salvo la interior.

Voy al armario de Pablo, le cojo una camiseta blanca suya y me la pongo. Me queda bastante grande, me tapa solo hasta los muslos, dejando mis piernas al descubierto, pero me valdrá, al menos por ahora. Dejo la toalla en sus sitio y me hago un moño.

Pablo: Te queda mejor que a mí -dice con sus manos en mi cintura mientras roza con sus labios el tatuaje de mi nuca-

Ari: No sabía que habías llegado. No te oí -me doy la vuelta quedando frente a él- Y la camiseta... No tenía ropa limpia, la tengo toda en casa. Espero que no te haya molestado que te la cogiese.

Me abrazo a su cuello y le miro.

Pablo: Y yo no sabía que tenías un tatuaje -sonríe- No me molesta para nada.

Sus manos siguen en mi cintura y eso me estremece.

Ari: No es el único... -le sonrío-

Pablo: Pues quiero ver todos los demás...

Ari: Ya veremos -río-

Me da la vuelta suavemente y mira el tatuaje de nuevo.

Pablo: ¿Y por qué Qué bonita la vida? -dice mientras pasa sus dedos por las letras-

Me doy la vuelta de nuevo y miro sus ojos color café que tanto me gustan.

Ari: Porque creo que aunque te da muchos golpes, es bonita. Siempre tienes que mirar hacia adelante y no hundirte. Pienso que aunque tiene momentos malos, también tiene momentos muy buenos.

Pablo: Sabes que admiro tu fuerza, ¿verdad? -acaricia mi cara-

Ari: Algo me han dicho, sí -digo inocentemente y reímos-

Liberas Mis Alas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora