Hoy he visto como salías de una tienda para volver a tu casa. El dolor se instaló en mí al comprender que no podría acercarme a ti de nuevo. Debía permanecer en las sombras, aun si quería estar a tu lado, por una vez el temor a mi presentimiento fue más fuerte.
Algo en mi interior gritaba que permaneciese lejos; que si me acercaba sólo te produciría un irreparable daño.
Lena, siéndote honesto, echo de menos los días en los que podía sacarte una sonrisa sin importar cuál fuese el grado de dolor. Tú siempre sonreías. Siempre entregabas tu amor al mundo.
Tus padres te habían transmitido ese proceder, de saber enfrentar los obstáculos hasta el final; pero yo no soy tan fuerte como tú.
Y el sólo saber que tus ojos puedan llenarse de lágrimas al verme, me obliga a quedarme atrás para observar tu espalda alejándose cada día un poco más de mí.
