Lo que nadie ve, lo que nadie siente

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Y me siento como las últimas gotas de arena
que se quedan olvidados a un lado,
en una esquina de la cocina,
que ni el viento nos ve,
que ni las voces se oyen;
aquí, que ni la muerte se apiada,
aquí, que ni las horas del reloj pasean.

No soy invisible,
tampoco tengo el mismo color que las baldosas,
pero ni la suciedad nos ve,
esa capa que decora
el suelo mojado.

Ni un zapato nos arrastra,
ni una mosca se acerca,
y un grito no se oye desde allí,
y las lágrimas no inundan el lugar.

La luz de la ventana no llega,
no me alumbra,
vivo en la oscuridad,
pero sin miedo,
ningún monstruo nos alegrará la vista.

Rozando lo AbsurdoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora