Lágrimas de cristal

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Soy la lágrima

que desciende

por la lisa superficie

que es la cara.

Dicen que me consumo

cuando alguien me bebe,

o cuando caigo

al cuello,

a la camiseta,

o a algún otro lugar.

Qué importa eso al final,

si terminaré siendo un pequeño charco

que se secará tarde o pronto,

o se esconderá entre gotas de lluvia,

o lágrimas como yo,

que caemos al olvido,

ántes de ser recordados siquiera.


Nacidos tristes,

cuando los ojos

emiten un sonido negro,

cuando el tiempo no se percata de él,

cuando una imagen se quedá en la retina,

por mucho que la trates de olvidar.

Ahí suele ser nuestro turno,

los tristes intentos del olvido,

las gotas de tiempo

que no entran en el reloj de arena,

las señales de un "olvidar" sin éxito.


Será por eso

que jamás sonreímos;

vemos la muerte cuando nacemos,

la esperanza escapar de las manos,

caímos al vacio

sin agarrar a algo,

porque no tenemos brazos,

para abrazar,

para sujetar a otra lágrima olvidada,

que ni siente ni deja de sentir lo que yo,

que ni escapar,

ni salir,

ni caer,

ni recordar,

ni olvidar,

ni quedar quiere al inicio del camino.


Y aquí llega mi pregunta;

si soy una simple lágrima,

quién es esa persona tan importante

como para tenernos a todas las gotas,

encerradas,

para luego dejarlas caer,

y olvidarlas?

Quién es aquella

que se deja besar todas las tristezas,

como si sirviera para espantarlo,

que no puede ver

porque una lágrima

no quiere salir

y te nubla la visión?

Quién eres tú,

que si te disgustan éstas lágrimas,

puedes derramarlos,

para tener gotas de cristal,

tan delicados

como tu piel

que nos atrevemos a pisar

y marcar

con nuestras sucias huellas

de recuerdo y pasado,

de olvido y presente?


Qué importa eso al fin y al cabo,

si ya me estoy cayendo

y veo el agujero,

que me absorbe...

y ya nadie me recuerda.

Rozando lo AbsurdoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora