Verdad o mentira, todos en el suelo

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Una vez,

camino al bosque,

me dijeron,

que es mejor ser abofeteado con la verdad

que ser besado por una mentira.

Miré mi reloj rojo,

tenía tiempo para hablar,

antes del mediodía.

Y es que -prosiguió-

puedes llegar a enamorarte de la mentira.

No es así,

¿querida?

El reloj había dejado de funcionar.

Los segundos no pasaban.

Lo que sí pasaban eran las miradas

de los presentes,

encima de mi.

Claro, -respondí-

no sea que te quedes inconsciente

con las bofetadas de la verdad.

¿Es a eso donde querías llegar?

Sus pasos cesaron.

Ya no caminaba.

Lo que sí caminaba era el odio,

que no se quería quedar quieto.


Aunque tal vez,

nadie se dio cuenta,

de que habíamos dicho eso,

pronunciado aquellas palabras,

porque yo me enamoré

con tantos besos

de la mentira,

y que él,

quedó sin fuerzas para levantarse

cuando la verdad le abofeteó con fuerza.


Y tal vez,

nadie se dio cuenta,

de que habíamos terminado de hablar,

de discutir,

porque mi reloj marcó el mediodía,

y el hechizo del hada madrina

hizo que quedáramos sin voz;

"sino terminareis matándoos entre vosotros"

decía.

Y qué razón tenía.

Una con los besos,

otro a bofetadas,

pero los dos en el suelo,

sin vida.

Rozando lo AbsurdoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora