La rosa blanca

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Me sentía como una rosa blanca.

Blanca,

impoluta, recien iluminada por la luna,

apenas tocada por los rayos del sol,

Una rosa virgen,

que no ha visto flores más preciosas que ella,

robándole autoestima a miradas.


Me sentía como una rosa blanca.

Pero un amanecer cualquiera,

miré hacia atrás.

Descubrí la sombra oscura y alargada que llevaba conmigo,

y me enamoré de esa faceta nueva.

Me enamoré hasta tal punto en que me convertí en la sombra,

sin darme cuenta de que aquella sombra no existía sin la flor;

sin aquella rosa virgen, impoluta,

blanca.

Rozando lo AbsurdoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora