Incomprendidos

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Extraños.

Que la sociedad no los entiende,

ni ellos entienden el mundo.

Que en vez de caminar,

saltan, corren y gatean,

en un intento de llegar hasta la meta que todos quieren ver llegar.

Gritando,

arañando,

pataleando,

en un intento de salir de la cárcel de la normalidad.

Creyendo captar la esencia de lo invisible,

haciendo creer que todo se puede cambiar.

Pintando,

llorando,

escribiendo,

odiando,

mirando,

muriendo.

Creyendo que el mundo da vueltas y que ellos pueden accionar el movimiento.

Encerrados,

enjaulados,

encadenados,

hasta que se cansen,

hasta que se queden sin voz,

sin nudillos,

sin lágrimas,

hasta que acepten la normalidad,

y caminen,

y dejen de soñar,

admitiendo la sociedad sin mucho convencimiento.

Con una sonrisa marcada con un permanente,

falso,

creíble,

aceptado.

Ojos claros,

como si estuvieran sonriendo,

cuando realmente llevan lentillas.

Aprovechando el frío

para dejar escapar el humo del cigarrillo,

escondiendo todas las botellas

para poder emborracharse en secreto,

en soledad,

con la música en volumen bajo,

para que la gente no se de cuenta de lo que pasa en esa casa.

Crecen.

Son adultos ya,

y deben ser serios.

Pero no olvidan aquellos momentos de libertad,

y caen en el abismo de la locura.

Creen en el amor,

pero quieren algo real,

alguien que los comprenda,

y no le interese su dinero o trabajo.

Ocultan su cara con su pelo,

quieren ser invisibles pero son negros en un día blanco,

recuerdan sus tatuajes ocultos entre la capa de la seriedad,

y lloran como nunca.

No quieren recordar cómo se respira,

se esconden debajo de sábanas,

y se hacen pequeñas bolas de incomprensión.


Bienvenidos a la vida real;

a la sociedad actual.

Rozando lo AbsurdoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora