Racismo de letras y palabras

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Te quiero.

Te odio.


Tan diferentes...

pero todas palabras.

De tres sílabas.

¿Y entonces,

de dónde la diferencia?

¿Por qué es una palabra mala

y la otra buena?

¿Por qué no al revés?

Vamos,

esto es racismo de palabras.

Las palabras tienen vida,

por qué cambiar el significado?

Todos fueron creados de la nada,

mezclando letras en una batidora,

pero al parecer algunas se sacaron con agujas

y otras con lazos rojos.

Veamos,

y las esclavas, las tildes?

Sí, esas lineas tumbadas por el viento

que se muestran encima de las letras,

para que la palabra se pronuncie de otra forma.

Por suerte ahora ya no se ven tanto,

será que se empieza a entender su sufrimiento,

sobre todo en palabras de horror.

Y la diéresis?

La cinta de flores tenía que vivir en el cuento también.

Pero oye,

tiene tanta importancia,

que si no aparece,

la letra es un fantasma que no se pronuncia.

Y las mayúsculas?

Los burgueses de los poemas,

los reyes de los títulos,

propietarios de todo lo llamativo;

Aquí son los que mandan.

Y qué,

las minúsculas no son peores,

pero son los vagabundos que bailan

en los poemas y cuentos.

También tenemos a las parejas de oro,

inseparables,

como la Q y la U.

Tenemos la K y la W,

que apenas se conocen en los diccionarios,

y la A,

la cual es la reina de las letras y vocales.

Nos enfrentamos a otro racismo,

otra vez,

al racismo de letras.

Pues vamos, intentemos igualar sus valores:

Me iré a un Kiosco,

a comprar un Kilo de KaKi,

y un Koala que soporte el Kárate

y los paseos Kilométricos.

Después me pondré en biKini,

y montaré todo un shoW,

con haWaianos y botellas de Whisky.

Rozando lo AbsurdoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora