Romeo y Julieta

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Uno dentro de dos,
y luego hablan de amor.
¿Cómo no se te va a romper el corazón
si lo compartes con alguien más
y se va lejos,
muy lejos?
¿Cómo no va a dejar de estirarse,
para hacerse en dos?
Y dime,
querido Romeo,
¿qué haces tú con cinco corazones?
Cinco damas esperan tu dulce voz
en el balcón,
pero las acompaña un sabor agridulce,
mezclados con tu cara en sus recuerdos,
una mancha borrosa por las lágrimas.
Y dime,
querida Julieta,
¿por qué te sientes diferente
si también eres una chica con el corazón
asomando a los ojos, so ciega?
Decidme,
los dos,
enamorados o no,
si era tan indispensable compartir corazones.
Tú, Julieta,
al saber que el caballero tiene más de dos,
¿por qué le das tu trozo?
¿Por qué intentas ahogarte en dramas
que tú misma escribes,
por qué, Romeo,
escribes tan bien?
¿Por qué cantas como las sirenas?
Parecéis el demonio y la ciega,
con Romeo avisándolo en carteles de neón,
y Julieta, loca de remate,
incapaz de oír voces sabias,
incapaz de pensar por un momento,
que no es diferente.
Pero no; ella se va directo a mirar los colores del neón,
y él ve otra oportunidad de recoger otro trocito de corazón.
Y cómo no,
ella muere de pena y amor a partes iguales,
y él...
ayer miraba a otra chica
tal y como miraba a Julieta.
Otra ciega.
Otra que ha perdido la cordura.
El chico con los ojos de color azabache,
normal que lo confundas con una jarra de dulce leche.
La chica con una sonrisa roja,
pero a él no se le ha hecho difícil cambiar de chica y de hoja.

Rozando lo AbsurdoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora