7. Obstáculos

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El sonido del agua corriendo por las tuberías le despertó, y le habría sobresaltado si no se hubiera encontrado tan desorientado. Estaba hecho un ovillo entre la cama más cómoda que había probado nunca y unas sábanas cálidas que tenía casi enrolladas por el cuerpo. Se encontraba muy cómodo y eso era lo único que le importaba a su mente adormecida, pero cuando se dio cuenta de que estaba volviendo a cerrar los ojos sin quererlo se obligó a levantarse. No reconocía la cama, ni siquiera el lugar, y hasta que no intentó moverse y le asaltó un dolor terrible de la cabeza a los pies no se acordó de lo que había pasado ni por qué estaba allí. Apartó las sábanas y sacó las piernas de la cama.

La habitación que la noche anterior estaba en penumbras ahora se encontraba bañada por la fuerte luz del sol mañanero, incapaz de ser tapado por la fina cortina de la ventana. Ahora que se fijaba era un cuarto bastante grande pero modesto, sin mucha decoración excepto por un par de cuadros. Había una pila de libros amontonados encima de la mesa del escritorio en la pared contraria y una estantería de madera caoba llena de ellos, tanto colecciones de libros iguales como otros separados de diferentes tamaños. No había rastro de nadie más en la estancia, sin embargo.

Debió haber estado demasiado cansado los últimos minutos de la noche pasada, porque no recordaba meterse en esa cama. Eso o se había desmayado antes de poder hacerlo, lo que también era muy probable. Entonces recordó al otro chico, Erwin, consciente ahora de que estaba en su cuarto, durmiendo en su cama y no en una celda. No le había denunciado a la policía ni había hecho nada para echarle de allí, o al menos de momento nadie había ido a llevárselo.

Se levantó con esfuerzo y cruzó la habitación para salir. Tenía las piernas agarrotadas de tanto correr la noche anterior, pero en general le dolía todo el cuerpo y echaba un olor no muy bueno a sudor y suciedad al que por suerte o por desgracia ya estaba bien acostumbrado. Lentamente caminó por el pasillo, observándolo todo con atención. Había tres puertas más a lo largo de este, todas cerradas, pero no las abrió. Solamente se escuchaban ruidos de cacharros en la planta baja, por lo que decidió bajar la escalera con sigilo. Todo recto estaba en el recibidor, con el salón y la cocina a los lados. Asomó la cabeza por el marco de la puerta abierta de la cocina, de donde provenían los ruidos, y lo que vio le dejó bastante confuso. Erwin estaba intentando preparar algo, pero por la cantidad de armarios que abría y cerraba no parecía encontrar los ingredientes necesarios. Unos segundos después este se giró y pilló a Levi espiándole, con este último maldiciéndose mentalmente y quedándose rígido. Debía de tener los reflejos hechos polvo también, como todo lo demás.

—La gente suele dar los buenos días —dijo el ya no tan desconocido alzando ambas cejas, seguramente sorprendido por no haberle oído llegar. Levi no contestó sino que continuó mirándole con desconfianza.

Al contrario que la noche anterior cuando sólo llevaba un pijama, se había vestido con una impoluta camisa blanca y pantalones color madera. Además llevaba su flequillo rubio echado hacia el lado derecho, repeinado con algún fijador. Estaba tan presentable que Levi se sintió avergonzado por sus propias pintas, algo que nunca le había pasado hasta ahora. A sus ojos el otro parecía salido de la corte real y él de una alcantarilla.

—Tienes un baño preparado arriba —Erwin volvió a hablar, ladeando la cabeza por el silencio del moreno—; he supuesto que querrías uno.

Levi se quedó observándole un poco más. Intentaba analizarle, ver si estaba mintiendo o preparándole una trampa. Quizá estaba siendo paranoico, pero después de todo se encontraba solo por primera vez en la Superficie y pensar mal le había salvado de muchos problemas antes de eso. Dio un tentativo paso hacia atrás, luego otro, y luego subió a todo correr la escalera hasta abrir la primera puerta que tenía enfrente – la del baño – y encerrarse dentro echando el pestillo. Pegó el cuerpo a la puerta y escuchó. Los ruidos continuaron, ahora un poco más amortiguados, pero no había sonidos de pisadas que le siguieran. Raro. Respiró hondo y miró por fin el cuarto de baño. Tenía más cosas de las que había visto en cualquiera. Había un lavabo con un espejo y varias pastillas de jabón ovaladas, un váter, una pila y un par de toallas en un perchero en la pared. Y ahí estaba también la bañera llena de agua como le había dicho Erwin.

Pioneros (𝐒𝐍𝐊)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora