Pioneros (𝐒𝐍𝐊)

28. Figuras del pasado

Si no fuera por los murmullos constantes y los insultos esporádicos, era un día cualquiera.

Si no fuera por la calma recogida de los caballos bajo decenas de piernas temblorosas, era un día cualquiera.

Si no fuera porque el sol no calentaba los huesos esa mañana, era un día cualquiera.

«Tenemos un gran objetivo por delante», había dicho Shadis la noche anterior. «Pero también un castigo si no lo conseguimos. Lo que espero es que ninguno de los presentes sea un cobarde, pues esta misión dependerá de la habilidad y el esfuerzo de todos los soldados disponibles. Nos aventuraremos todavía más al sur, a tierras más lejanas. Seguiremos la pista de las cabañas y los almacenes abandonados y conseguiremos más información de la geografía para trazar rutas más seguras.»

Levi observó cómo la enorme puerta del muro de Shiganshina se levantaba, con la cabeza en aquel discurso y sin hacer caso de los comentarios de los viandantes. Tras cinco años en el cuerpo, no le molestaban menos pero sí se había acostumbrado a ellos. A la hora de volver, no tanto.

«Tan sólo tenemos que reconocer el terreno y encontrar unas ruinas, por lo que personalmente espero mucho de vosotros, pero no olvidéis que la humanidad entera también.»

Shadis dio la orden de salir y una avalancha de caballos se lanzaron a correr por los grandes prados soleados. Levi guardó sin problema su posición al lado de Erwin, su nuevo líder de escuadrón. Erwin no había querido explicarle por qué lo había cambiado a su equipo ni por qué entonces lo llevaba justo al lado, y a pesar de su insistencia no cedió. Todavía esa mañana mantenía un ceño fruncido que no era solo fruto de la tensión de la expedición, y Levi lo sabía. A excepción de una queja por el discurso optimista y casi falso de Shadis que solo había conseguido llenar a todo el mundo de más presión, cayó en un silencio tortuoso para Levi durante el resto de la noche. Erwin era demasiado inexpresivo para saber lo que le ocurría sin que hablara, sobre todo respecto al trabajo. A un experto en desenmascarar mentiras no se le podía arrebatar su propia máscara.

Como siempre, el trayecto hasta llegar al bosque pareció más largo de lo que en realidad era. Al no haber ruinas o árboles desperdigados en aquellos inmensos prados para servirles de apoyo a la hora de volar, era mucho más fácil tener problemas para acabar con los titanes que les asaltaban. La ventaja era que podían verlos venir desde una gran distancia y la formación apenas se separaba.

Para su sorpresa, Erwin le dejaba más libertad para actuar que Petra cuando estaba en su escuadrón – teniendo en cuenta que a ella no le hacía mucho caso, como a cualquier otro que no fuera Erwin. Sabía que confiaba en él, pero pensaba que precisamente por su cercanía intentaría protegerlo más de la cuenta y al final su relación interferiría con el trabajo como había prometido que no pasaría. Aún así, estar en el escuadrón principal significaba no poder moverse a no ser que el Comandante o la formación entera estuvieran en peligro, por lo que solamente llegó a asistir a otros soldados un par de veces durante el primer día de trayecto. Y por el momento el tiempo estaba de su parte.

Para el alivio de todos, la brisa veraniega había sustituido al viento al que ya estaban acostumbrados en los viajes al exterior, y la temperatura no bajó tanto cuando se hizo de noche. Lograron llegar hasta la mitad del recorrido que llevaba al lago sin demasiadas pérdidas.

—Soldado, no te quedes ahí y ayuda a preparar las tiendas.

—Corta el rollo, Erwin —Levi lo miró mientras desmontaba con cara de malas pulgas, acariciando el negro pelaje de su yegua un poco más. Era de los caballos más rápidos cuanto a velocidad, pero en recorridos largos y sin descansos se resentía un poco. Volvió su completa atención a ella ante un bufido que soltó el animal—. Tranquila, ahora que hemos llegado al bosque tendrás más descansos. ¿Ya hablas otra vez?