[NA: Hola, llevo dos años queriendo escribir este capítulo, concretamente una escena, y por fin he llegado hasta aquí. El principio de todo. El final de una historia.
El próximo capítulo será el último del fic, más un epílogo corto, y no creo que pueda parar nunca de agradeceros todo vuestro apoyo. He mejorado muchísimo a lo largo de estos años y ahora incluso soy un escritor pagado gracias a Patreon, cosa que no podría ni soñar cuando empecé con esto. Me guardaré todo lo que tengo que decir para las notas del final final, pero wow. Gracias. Seguid haciendo lo que os gusta hasta que lo que os gusta os devuelva el esfuerzo y la pasión.
Advertencias de contenido: sangre, menciones e ideaciones de suicidio.]
Los días de espera fueron en vano, porque cuando salieron del edificio tanto el cielo como la tierra seguían teñidos del único color del que ese infierno particular estaba hecho. Del fuego de Shiganshina a la blanca nieve. La nada. Era aquel color lo que hacía más presente la sensación de estar abandonados por el mundo – algo que experimentarían sin remedio si morían allí.
Resultó que en el templo había cosas de valor para rescatar, libros no del todo quemados, un par de joyas de plata, pero no se llevaron nada con ellos. No tenían tiempo para encargarse de un descubrimiento de ese calibre, si contaba realmente como un descubrimiento, y no era viable dar más explicaciones de las que tuvieran que dar cuando volvieran a Trost. Si es que volvían. La ventisca no arreciaba y los copos de nieve, el frío y el viento afectaban a su visibilidad a pesar de la ropa oscura que llevaban y que debería destacar más en el paisaje blanco. El comandante les siguió guiando hacia el sur, rodeando primero el perímetro del edificio en ruinas para no encontrarse otra vez de bruces contra un afluente del río, y continuaron su marcha de forma extremadamente lenta. Era agónico. La nieve acumulada en el suelo ya medía más de dos palmos y no solo a los caballos les costaba correr sobre ella. Para colmo, Levi no conseguía controlar del todo a su caballo nuevo. Él no era un jinete cualquiera, ni esa situación una cualquiera, por lo que el animal era demasiado lento y torpe en hacer todo lo que le indicaba. Tuvo casi más problemas en aterrizar en la montura tras matar a un titán que en matarlo.
Algunos de los carros con las rocas que debían tapar el agujero del muro fueron desapareciendo, y no poco a poco. La nieve encima de las piedras y los toldos aumentaban el peso de la carga, y por ende el del carro de madera al que ya de por sí costaba hacer avanzar a través del suelo. O las ruedas se quedaban atascadas en la nieve, o el carro se rompía por el peso, por tirar de él y por la humedad.
Más tarde se encontraron con cinco titanes y fue una masacre.
La noche llegó antes de lo esperado, quizá porque la falta de sol daba la impresión de que el día duraba menos, quizá porque ninguno creía que esa pesadilla tuviera fin. Habían salido al exterior después de días entre paredes, pero los vestigios de estar atrapados se habían vuelto mucho más fuertes ahí. Eran ellos contra el poder de la naturaleza.
Acamparon por pura fuerza de voluntad, entre los carros para bloquear el fuerte viento, y aún así tardaron largo rato en preparar las tiendas. Quienes se habían quitado los guantes para poder manejar mejor las cuerdas ahora apenas sentían los dedos, pero un fuego era imposible de encender con ese temporal. Entre quejas en voz más bien alta y silencios de resignación, compartieron las tiendas con el máximo número de personas posible para mantener el calor corporal. Dos cadetes se quedaron haciendo guardia, una a cada extremo del campamento, y Levi esperó a que el resto entrara a sus respectivas tiendas para hacerlo él también. Excepto que entró a la del comandante. Pensó en que esa noche sería, probablemente, la última oportunidad de compartir su historia con alguno de los nuevos soldados que hubiera vivido ese tipo de secuestro, pero al final desechó la idea. El viento agitaba la tela de la tienda sin cesar y el ruido era más fuerte dentro, como una enorme boca que masticaba y gruñía. Se preguntó si se sentiría tan tranquilo en la boca de un titán si Erwin estuviera a su lado.
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Pioneros (𝐒𝐍𝐊)
FanfictionSólo unos pocos elegidos tienen alas grabadas en su espalda. Cuando vivir en las calles del Subsuelo lleva a Levi a encontrarse con titanes dentro de los muros y a aceptar la ayuda de un joven soldado que cambiará el curso de su vida, conseguirlas n...