El fuerte viento le dio la bienvenida nada más empezar a subir por el valle. No tuvo prisa en caminar por la hierba húmeda hasta la cima de la colina y, como cada vez que viajaba hasta allí, se quedó observando la granja a lo lejos. Un perro grande corría alrededor de las ovejas, que no dejaban de removerse imitando a las nubes grises en el cielo. Había estado allí una vez al año junto a Erwin, cada año desde que retomara el contacto con su madre, pero ahora iba solo y enfundado en un abrigo largo y oscuro como un cuervo que anunciara el mal agüero. Así se sentía cuando visitaba una ciudad o una casa, incluso cuando era la de amigas retiradas como Lucille y Marlene, a las que aún veía cada pocas semanas. Sin embargo, tan pronto como de ese edificio de madera salió Emily junto a Sarah Smith, sintió que una rotura en su pecho volvía a tejerse y se reparaba. No le sorprendió ver que ambas mujeres tenían mejor aspecto y aparentemente más energía que viviendo bajo el ala de las clases altas.
Hacía seis años que Erwin había comprado esa granja para su madre, con la que en realidad no se escribía tan a menudo, pero solo ahora Emily podía vivir con ella como amiga e hija. A pesar de que acababa de pasar a vivir con libertad tras su condena, Levi no bajó para volver a hablar con ella, sino que se limitó a comprobar cómo estaba. Aunque tuviera el perdón en sus manos, no serviría para curar esa herida.
Ni la venganza ni el perdón hacen libre a nadie. Solo la verdad, intacta o destruida, es capaz de eso.
Era algo que no dejaba de ver a su alrededor. Era algo aún más fácil de ver en las noches en las que solo Hanji y Erwin trabajaban en el despacho durante horas hasta que él mismo o Moblit les echaban de allí. Era algo increíble saber lo que el deseo de disipar la niebla del mundo era capaz de hacer cuando se metía en las mentes más brillantes. Él también tenía sus propios objetivos, más personales, más pequeños y no tan ambiciosos.
—Levi, ha llegado esto para ti.
Terminó de cerrar la puerta y cogió la carta que Hanji le ofrecía. Erwin, sin apartar la vista de los papeles que estaba leyendo, preguntó:
—¿De quién es?
—La Reina Historia. Tengo que ir en persona a la capital a firmar a favor del orfanato para los críos del Subsuelo, no les vale que se lo envíe por carta.
Soltó un bufido, pero Hanji se le adelantó con la queja.
—Burocracia.
—Burocracia —coincidió Levi, y señaló a Erwin con la cabeza mientras se sentaba en la silla al otro lado del escritorio, al lado de Hanji—. No sé cómo lo soportas.
—Te acostumbrarás.
—Lo dudo.
Erwin exclamó una maldición por lo bajo que llamó la atención de Hanji y Levi, y su mano izquierda soltó la pluma que sostenía, dejando una mancha negra en el papel al instante. La cerró en un puño enseguida, pero temblaba. Los tres lo sabían. Habían pasado semanas y los dolores fantasmas seguían atacándole a todas horas, más aún cuando se frustraba.
—¿No he dicho ya que te ayudaría a escribir? —Levi le acusó, levantándose de la silla para acercarse a su lado—. Dame eso.
No pudo evitar pensar que Mike o Nanaba lo harían mejor que él, que tendrían más paciencia. Sabía lo mucho que su recuerdo pesaba en Erwin.
—Oi —llamó a Hanji—, tráele un té o algo, ¿quieres?
—Sigo siendo tu superiora, Levi.
—La confianza da asco.
Hanji dejó de fruncir el ceño para reírse, no distendiendo del todo el ambiente. Era evidente que solo intentaba actuar de una forma más alegre como lo habría hecho en el pasado. Al menos, entendió que el asunto requería de un poco de privacidad. Erwin cerró los ojos cuando se cerró la puerta tras ella e inspiró, llevándose su única mano al muñón del que hacía tiempo que había retirado las vendas. Levi le dio unos momentos mientras acariciaba su pelo delicadamente con la excusa de peinarle, con los mismos dedos que habían sostenido cuchillos y roto huesos.
—Ha sido cosa mía —dijo Erwin—. Antes encontré un informe de hace años y no he podido evitar ver los nombres.
Le dejó continuar, pero Erwin no siguió hablando. No había mucho que decir.
—Todos les echamos de menos. Perdí dos escuadrones, y Hanji a Petra. Mike era tu mejor amigo. No ha pasado tanto tiempo, no te exijas superarlos en tan poco.
Erwin negó con la cabeza.
—No quiero pensar sobre sus muertes. Quiero pensar en lo que tenemos que lograr para que sus muertes no sean en vano.
—Hemos derrocado al gobierno y tenemos un puto titán entre nuestras filas. Nada será en vano mientras sigamos intentando salvar a la Humanidad.
Erwin dejó caer el brazo y alzó la cabeza para mirarle, mostrando la pequeña y sincera sonrisa que Levi tanto quería ver bajo la ira e impotencia que había aprendido a controlar mejor con los años. A él siempre le costó más aceptar las muertes ajenas que a Erwin.
—A pesar de todo, ¿no te arrepientes de seguirme hasta aquí?
—Ya me conoces. —La puerta se volvió a abrir y Hanji entró con un té para cada uno, más que dispuesta a seguir trabajando. Entre tres, las noches en vela no resultaban tan difíciles—. No me arrepiento de nada.
—¡Ni yo! —Hanji respondió también.
Erwin no apartó la mirada de él.
—Ni yo.
Solo la verdad, intacta o destruida.
Quizá no conquistaría nuevas fronteras, pero sería el primero de los primeros, y se lanzaría a las fauces de las bestias con solo sus espadas. Mientras tuviera a Erwin a su lado, no tendría arrepentimientos.
We will not be the first, we won't
You said you were going to conquer new frontiers,
Go stick your bloody head in the jaws of the beast
We promised the world, we'd tame it, what were we hoping for?
— Pioneers, Bloc Party
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Pioneros (𝐒𝐍𝐊)
Fiksi PenggemarSólo unos pocos elegidos tienen alas grabadas en su espalda. Cuando vivir en las calles del Subsuelo lleva a Levi a encontrarse con titanes dentro de los muros y a aceptar la ayuda de un joven soldado que cambiará el curso de su vida, conseguirlas n...