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Instagram: JoleGBellamy

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—¿Se supone que antes eran buenos amigos y ahora sólo se odian por que sí? — Pregunto, no logro entender del todo la explicación de Dash, y este parece a punto de perder los estribos, pero lo esconde con una carcajada.

Su pecho se sacude gracias a su risa, lo que envía vibraciones a mi cuerpo, obligándome a acomodarme nuevamente sobre su cuerpo. El Dash despreocupado, era el que se estaba ganando todos los puntos.

—Los Cossaks tenemos nuestras reglas, Holly. —Una de sus manos retira los mechones de cabello que empiezan a cubrir mi rostro.

—Cuidan de ustedes y de los suyos —Recito la primera regla, rodando los ojos—. Y ninguno puede meterse con la mujer de otro. Es lo único que has repetido sin parar, Dash.

—Bueno, lograste entender algo —El tono de burla se filtra en su voz, haciendo reír. Uno de sus dedos se presiona contra mi frente—. Varios miembros de los Scimitars, pasaron por alto esas reglas. Uno de los jefes de Scimitars, violó y mató a la mujer del jefe de los Cossaks, hace muchos años.

—¿Antes de que entrarás a Cossaks? —Pregunto, esperando obtener un asentimiento, y la tranquilidad continua en mi sistema cuando Dash lo hace. Su ceño se frunce un poco, y sé que está pensando en lo siguiente que dirá.

—En realidad —murmura—, fue mucho antes de que mis padres nacieran. Ambos bandos tienen miembros en varias partes del mundo, te sorprendería saber hasta dónde llegan.

No me sorprendo, a la hora de escoger psicología como carrera, sabía de antemano que la historias de bandas motociclistas en los estados unidos era la más famosa.

Golpes en la puerta llaman nuestra atención, haciendo que Dash suelte un bufido por lo bajo.

—Debe ser mi tía —Digo, intentando levantarme de su cuerpo, pero el brazo alrededor de mi cintura me lo impide. Dash nos gira a ambos, quedando sobre mí. Sus labios se apoderan de los míos, negándose a dejarme escapar.

Una de sus manos no pierde el tiempo en descender por mi estomago bajo las sabanas, terminando en el punto entre mis piernas. Un gemido no tarda en escaparse de mis labios, pero tan rápido como mis manos se aferran a la parte trasera de su cuello, él se aleja de mí, dejándome con la respiración agitada.

De un salto se levanta de la cama, completamente desnudo, y lanza una almohada a mi rostro.

—Tomaré una ducha, ponte algo encima, mujer, no quieres que tu tía te vea así ¿no? —No puedo evitar soltar una carcajada, observando la ancha espalda cubierta por tatuajes alejándose de mí para ingresar al baño.

La puerta vuelve a sonar, arrancándome un suspiro.

Cuando logro ponerme de pie, lo primero que uso para cubrir mi cuerpo, es el vestido floreado que había escogido antes de que Dash llegará a mi habitación.

Consciente de mi falta de ropa interior, recojo lo más rápido que puedo, y camino con rapidez hacía la puerta, la cual no deja de ser golpeada con algo de prisa.

Los ojos acusadores pero divertidos de mi tía no se hacen esperar, y antes de habérselo contado, ella sabe que Dash se encontraba dentro de la habitación.

—¿Están ocupados?

—No —Dejo entrar a la morena, quien no duda en escanear la habitación, y me doy palmadas mentales al haber recogido la ropa de Dash sobre la cama, y la mía sobre mi maleta—. Dash llego algo cansado y dijo que tomaría una ducha.

BAD GUYS I: AGGRESSIVE © |EN EDICIÓN|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora