El olor a cerveza y a comida descompuesta reinaba en el pequeño lugar, el goteo incesante de aquella descompuesta llave llama la atención de la pequeña niña de cabello negro sostiene su mochila como si de un tesoro se tratase. Está agotada, los pequeños mechones de color negro se pegan en su rostro a causa del sudor cubriendo el mismo.
—¿Mamá? —No recibe respuesta alguna del interior de la casa. La pequeña Holly sabía que su madre trabajaba hasta después del mediodía, sin embargo, algo en su interior pensó que la estaría esperando, tal vez con algo de comer, puesto que no la encontró en casa antes de marcharse a la escuela.
Quería ver a su mamá, al menos unos cuantos minutos.
A pasos lentos, hace su camino hacia la cocina, aquella que se mantenía con un sinfín de platos sucios cuando su mamá no estaba. El conocimiento que tenía sobre Richard trayendo a otras mujeres a casa hace que su pequeño estomago se revuelva.
Está agotada, sin embargo se las arregla para llegar a la refrigeradora y abrir la misma, el contenido del interior le hace hacer una mueca. Pizza helada, lo mismo que había cenado el día anterior.
Un suspiro la abandona y cierra la pequeña puerta de un solo golpe. Se siente aburrida. Tenía que pasar por lo mismo todos los días: salir de la escuela, no encontrar a su madre en casa y encerrarse en su habitación sin probar bocado antes de que el sujeto que vivía en su casa llegara.
Richard parecía haber amado a su madre el primer día en que la conoció, sin embargo, todo cambio el día en que se mudó a su casa. Él era más agresivo de lo que recordaba, lograba salirse de quicio cuando su madre cometía un pequeño error, sin embargo, la misma se había encargado de asegurarle de que no ocurría nada malo.
Richard amaba a su madre, palabras de su madre.
—¡Kelly! —El grito que resuena con fuerza dentro de la casa la congela al inicio de las escaleras, siente su corazón latir con rapidez, pero no logra mover ni un sólo pie de su lugar.
Su boca se abre con terror cuando la desaliñada figura de Richard entra en su campo de visión. La camisa blanca que llevaba desde el día de ayer estaba completamente sucia, cubierta con lo que parecía ser vómito y eso sólo revolvía su estómago.
La pequeña Holly da un paso hacia atrás, atrayendo la atención del hombre que habitaba en su casa, alguien al que había considerado como un padre un tiempo atrás, pero que había perdido todo el cariño de su parte desde que empezó a comportarse como un todo un pervertido.
—Oh, eres tú mocosa —Sus pies tambaleantes se encargan de hacerlo llegar hasta donde la morena se encuentra y, sin si quiera poder reaccionar, el fuerte golpe que se estampa en su rostro logra lanzarla al piso—. ¡La puta de tu madre no llega aún a casa!, ¿se puede saber dónde diablos está metida?
Un sollozo es lo único que se libera de los labios de la pequeña morena. Está asustada y su rostro duele de tal manera que lo siento explotar. Sabía que no podía ponerse en contra de aquel gigantesco animal, pero, sin siquiera pensarlo, suelta—: En el infierno.
—Será mejor que cierras tu maldita boca y busques una cerveza para papá, mocosa.
—Tú no eres mi padre —La pequeña Holly sisea, arrastrándose sobre el suelo, intentando aumentar el espacio que había entre ellos. Las lágrimas cubren parte de su rostro y siente como su corazón ha empezado una carrera que desea no terminar.
Agradecería si dejaba de funcionar en ese momento: Morir era una mejor opción que estar otro segundo junto a Richard.
Con cuidado de no acercarse a él, se coloca de pie, sujetando su mejilla con su mano. Estaba segura que luego del golpe quedaría un gran moretón, el cual no podría ocultar de los ojos de su madre.
Ahora, a pesar de que quería estar con ella, rezaba para que no llegara cuando se encontrara despierta. No quería decirle a su madre que se había caído de las escaleras... de nuevo.
—Tráeme una maldita cerveza, Holly.
—¡No lo haré!
El grito que se liberó de sus pulmones, hace retroceder a Richard, completamente sorprendido. Él nunca esperó a que la pequeña mocosa con la cual vivía le levantara la voz. Tenía suficiente con la madre.
¿Por qué diablos pensó en que dos malditas putas podrían mejor su miserable vida?
—Será mejor que me largue —dice, malhumorado—, no quiero ver tu estúpida cara, mocosa.
Y sin más, pasa junto a una asustada Holly que alcanza a escapar de su camino y se marcha. El silencio que cae en la diminuta casa hace que las piernas de Holly tiemblen y, sin más, se deja caer al suelo, presa de las lágrimas y los sollozos que amenazan con quitarle la voz.
Su madre le había dicho que comprarían una nueva casa, una casa para ellas, tendría juguetes y más tiempo para jugar, sin embargo, los años pasaban y todo parecía empeorar.
Y Holly empezaba a perder la fe en una vida feliz.
N/a:
La versión anterior no contaba con un prólogo como tal, por lo que quise implementar un capítulo de Explosive como tal, espero que las personas que no lo leyeron en "Explosive" puedan chequearlo aquí.
Encontrarán el link del grupo de whatsapp en mi perfil.
¡Gracias por leer!
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BAD GUYS I: AGGRESSIVE © |EN EDICIÓN|
RomanceLos que no ven ninguna diferencia entre alma y cuerpo, no tienen ninguna de las dos cosas. -Oscar Wilde. Historia Registrada en Safe Creative. © All rights reserved. Se encuentra expresamente prohibida su reproducción, copia (total o parcial), publi...