El comienzo.

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Yo tenía dieciséis años, era diciembre. Se acercaba navidad, estaba en mi habitación hablando por teléfono con mi mejor amiga... De quien yo estaba enamorada desde hace un año.

-Últimamente hace mucho frío, no me lo creerías pero tengo cuatro guantes en cada mano.- dijo Alice riéndose.

-Tienes razón, el frío es insoportable.- respondí tratando de imaginarla con dos pares de guantes en cada mano. Se me hizo tierno.

-Oye, Mía, ¿te gustaría venir a mi casa esta tarde? Hace días que no nos vemos.- Ella tiene razón, como estamos en vacaciones cada una ha estado con su familia y no nos hemos visto.- Ya te hecho de menos.- Yo vivo extrañándote.

-Claro, nos vemos. A las cuatro estaré allí.- aseguré.

-Vale.- dijo ella, casi pude escuchar su sonrisa. A Alice le gustaba mucho pasar tiempo conmigo.

***

Al llegar a su casa, que estaba silenciosa, ella me abrió la puerta, no parecía haber nadie además de nosotras. Se veía preciosa, como siempre.

-Sube Mía, tengo una película nueva y tenemos que verla, ¡es de terror!- comentó mientras subía las escaleras emocionada, como una niña pequeña.

-Cuidado, te podrías caer si sigues saltando.- le advertí. Bien conocía su torpeza.

-No seas ridícula, tengo un equilibrio perfecto, es más, es imposible que- y la tonta resbaló de las escaleras, yo estaba lo suficientemente cerca como para detener su caída.

-¿Estás bien?- pregunté preocupada, la sostenía por la cintura y su cuerpo estaba muy cerca del mío. Miré su piel, blanca y delicada, no parecía tener ningún rasguño.

Su cintura es muy pequeña... Su cabello huele bien. Me pregunto que talla de sostén será...

-Estoy bien, creo, gracias.- volteó su cara para ver la mía, pero estábamos demasiado cerca, sin olvidar la cercanía de nuestros cuerpos, podía sentir su respiración dificultosa. Se sonrojó de inmediato. Al ver su cara, noté que sus ojos brillaban, eran los ojos más hermosos que había visto en mi vida, de un color azul, casi grises.

-Subamos, ya quiero ver esa película.- dije, la solté y miré el techo... Esperando a que mi corazón se calmara.

Al llegar a su habitación hacía un frío horrible, nos acostamos y puso la película, estaba convencida de que no daría miedo pero en una parte ambas nos abrazamos asustadas por la escena que había pasado. Sus brazos alrededor de mi cuerpo... Se sentían cálidos.

Al terminar la película, seguíamos abrazadas. En cuánto lo noté la solté rápidamente y me cambié de lugar en la cama.

-¿Pasa algo?- preguntó ella confundida.

-En lo absoluto.- se movió a donde yo estaba y me miró fijamente a los ojos- Oye, estás demasiado cerca...- hice todo lo que pude para no perderme en ese mar azul que rodeaba su iris.

-Eso no tiene nada de malo.- rió y se acercó aún más.

Sus labios... Se ven húmedos, delicados... Besables.

-Mía, estás roja.- dijo Alice.

-¿Eh?- ¿roja yo? Qué vergüenza...

-Tal vez estás enferma, este frío mataría hasta un oso polar.- sonrió inocentemente.

-Sí, tal vez lo esté...- tragué saliva. Necesitaba cambiar de posición a una lejos de ella. -Tengo hambre, voy a bajar a buscar algo de comer.- me apresuré a ponerme de pie, prácticamente huyendo.

A su lado no hace frío. (Yuri)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora