Casi.

832 30 4
                                    

-Y-yo puedo dormir en el piso... - dije totalmente roja.

-¿Qué? ¿En el piso? Ni de chiste, tu duermes acá conmigo.- afirmó. Tranquila, no vas a notar que estoy aquí.- dio palmaditas en la cama insistiendo en que me acostara.

Me acosté a su lado y me escondí bajo las sábanas con los ojos cerrados, era muy vergonzoso, cuando los abrí vi que ella estaba frente a mi mirándome fijamente bajo la sábana. Mi corazón se puso a mil por segundo y ella fue cerrando los ojos mientras se acercaba a mi cara, yo entré en pánico y cerré los ojos esperando a que me besara.

Para mi sorpresa, me dio un beso en la frente, sonrió y volteó la cara nuevamente... Me quedé color tomate y saqué mi cabeza de entre las sábanas, me puse a mirar el techo y a pensar en que era una pervertida que quería besar a su novia en el primer día de relación.  Y vaya decepción que resultó el no ser besada.

Narra Alice

Mía aceptó ser mi novia, jamás me había sentido tan feliz... ¡Tenía muchas ganas de besarla!

Ella estaba en el baño, salió corriendo cuando se percató de que aún no estaba vestida, se veía tan hermosa...

Sus ojos café, su cabello rubio... De un amarillo que de alguna forma brilla cuando le refleja el sol, sus labios... Tan lindos y pequeños, realmente quería besarla.

Mía salió de la ducha, no pude evitar sonreír al verla, con esa toalla puesta me puso super caliente. Traté de desviar mi mirada de su cuerpo y, en un intento de no parecer una pervertida, le agradecí por ser mi novia.

-Yo... También estoy feliz.- dijo ella, ya no lo podía aguantar, tenía que besarla aunque fuera en la mejilla... Y lo hice, mientras le murmuraba unas dulces palabras tratando de no calentarme al verla en toalla. Me iba a dar algo si seguía vestida así, me empezaba a poner roja.

-Oye, no es sano para mi salud verte sólo con una toalla.- utilicé inconscientemente una voz que secretamente pedía a gritos que se la quitará.

Se puso roja y se disculpó, luego corrió al baño, se fue a cambiar... Maldición, y yo que la quería volver a ver desnuda... Tal vez era una pervertida.

Se me ocurrió una gran idea y me saqué la ropa, quedando solo en bragas y sujetador. Quería quitarle la timidez que tenía y enseñarle a que se sintiera segura con su cuerpo, además, mentiría si dijera que no estaba tratando de provocarla.

Cuando entró, se puso muy roja. Empezó a tartamudear mientras me veía de pies a cabeza.

-Así es, hoy duermo en ropa interior...- aunque fue una idea repentina. -Ven, ya es tarde y dormiremos en la misma cama.- le di espacio para que se acostara a mi lado.

-Y-yo puedo dormir en el piso... - dijo totalmente roja.

-¿Qué? ¿En el piso? Ni de chiste, tu duermes acá conmigo. Tranquila, no vas a notar que estoy aquí.- mentalmente estaba suplicandole a dios que Mía se acostara conmigo y tal vez pasaran más cosas... Porque pervertida ante todo.

Se acostó a mi lado y se escondió bajo las sábanas, me escondí con ella y la vi con los ojos cerrados, al abrirlos se puso roja nuevamente, ya no podía soportarlo, si no la besaba me iba a morir.

Me acerqué a su casa y cerró los ojos, preparada para lo que venía, pero me sentí culpable porque iba a arrebatarle su primer beso apenas iniciando la relación, así que me contuve y se lo di en la frente. Le sonreí y me volteé. Ese día me gané un Oscar por "mejor actuación de no tener ganas de besar a tu novia".

Narra Mía

Ya era de día, me desperté y vi los brazos de Alice aferrados a mi, se veía hermosa, como un pequeño koala agarrada alrededor de en un árbol. Le di un beso en la frente y lentamente se despertó, me miró y sonrió, sus ojos brillaban, ese color azul me volvía loca. Un impulso recorrió mi cuerpo y me acerqué a su cara, ella estaba roja, quería besarla pero no sabía si debía hacerlo aún. Así que retrocedí y respiré profundo.

-Buenos días.- dije.

-Buenos días...- respondió, roja y un poco confundida.

-Tus padres aún no están en casa, ¿cuándo llegan?- pregunté buscando tema de conversación para distraerme de sus labios.

-No lo sé, la última vez fue una semana sola.- respondió Alice, puso su dedo índice sobre mi mano y lo deslizó hasta llegar a mi boca.- ¿Qué tengo que hacer para poder besarte?- susurró, como si fuera un pensamiento que accidentalmente dijo en voz alta.

Como es típico de mí, me puse roja y ella se dio cuenta de lo que dijo, alejó su dedo de mis labios y me miró fijamente, esperando a que yo dijera algo.

Me acerqué a su cara, decidida a besarla y cuando estaba a punto de hacerlo, no me atreví y retrocedí un poco. Pero sentí algo que me empujó hacia Alice y era su mano, lentamente me acercó a ella utilizándola.

-Perdóname, pero ya no resisto más.- susurró contra mis labios.

Se acercó a mi boca y nuestros labios estaban a milímetros de nuestro primer beso.

-Disculpen, ¿hay alguien en casa?- dijo una voz masculina desde afuera de la casa interrumpiendo totalmente el momento.

Alice me miró e hizo una señal de que haga silencio, aparentemente ella no quería saber quién era o qué quería.

-Tienes que bajar a abrirle, podría ser algo importante.- lo que menos quería ella bajar y abrir la puerta pero era lo más correcto.

-Está bien.- contestó algo decepcionada.

Tomamos nuestra distancia y me percaté de que ella estaba en ropa interior, se empezó a vestir y me sonrojé sin poder apartar la mirada. Se dio cuenta de que la observaba, se acercó a mí poniendo su cara a centímetros de la mía y me puse roja.

-Bajemos.- dijo ella, con una sonrisa triunfante. Le encantaba ponerme nerviosa.

-C-claro.- su cara estaba demasiado cerca, ¡apuesto a que estoy rojísima!

A su lado no hace frío. (Yuri)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora