La fuerza del amor.

262 28 4
                                    

Narra Mía

Llegamos a la casa de Alice y decidí que debíamos hablar mejor sobre el hecho de que ella se acostara con António. La idea me había golpeado como un bate de béisbol en la costilla... Curiosa comparación.

-Bien.- dije soltando la mano de Alice. -Vamos a tu habitación.

-Podemos hablar aquí.- murmuró ella en respuesta. -Mis padres no estarán como de costumbre así que donde sea que estemos habrá privacidad.

-Vale.- suspiré y le senté en el sofá. -¿Podrías explicarme cómo pasaste de bailar a tener sexo?-
fruncí el ceño. -Mejor aún... ¿Puedes explicarme ese baile primero?

-Claro.- pasó la mano por su cabello y se sentó en el mueble a mi lado. -El alcohol me anima. A unos les da náuseas inmediatas, a otros les hace hablar mal, a otros les hace desnudarse. Todo depende de cuánto tomes.- sus dedos comenzaron a jugar sobre su regazo. -Lo que sucede es yo tomé menos alcohol que tú, lo suficiente como para animarme pero no tanto como para afectar mi forma de hablar.- sus ojos se bajaron hacia sus dedos evitando el contacto visual. -Yo sólo quería divertirme... Y se me ocurrió que bailar con alguien sería divertido. Esa persona terminó siendo António.

Respiré profundamente buscando calmarme.

-Es que yo solo estaba bailando como lo haría con cualquier persona. No estábamos pegados ni nada, hasta que te vi tomando vaso tras vaso en la cocina y sin darme cuenta ya estaba teniendo pensamientos pervertidos. Es que te veías hermosa.- se sonrojó y alzó su mirada hacia mis ojos. -Dejé de pensar en lo que hacía y para cuando me di cuenta ya estaba bailando como una striper con la idea de que eras tú quien estaba detrás de mí... Lo siento mucho.- tomé su mano y entrelacé nuestros dedos.

-Está bien, igual el alcohol te hace hacer cosas extrañas.- traté de aliviar la culpa que sentía. -¿Podrías explicar ahora como es que acabaste en la cama con él?- hice todo lo que pude por mantener mi voz calmada, no quería discutir pero me dolía saber que me había engañado. Mi único consuelo fue saber que había sido drogada pero la verdad eso no ayudaba mucho.

-Bueno... Empezó cuando subiste al baño a vomitar.

***

Al cabo de unos minutos su historia finalizó. Quería golpearlo, quería partirle la cara y hacerlo gritar de dolor. No era justo, siempre nos pasaban cosas así.

¿Por qué coño todos se empeñaban en violar a mi novia?

Me convencí a mi misma que debía controlarme. Si perdía el control corría el riesgo de perderla a ella. Y no, por nada del mundo hubiese querido eso. La abracé cuando acabó su historia. No sé si lo hice para reconfortarla o para reconfortarme. Porque dolía, realmente dolía.

Es decir, que te engañen duele, pero que violen a tu novia duele más. Me convencí a mí misma de que no iba a discutir con ella por eso. No importa qué tanto duela, tengo que apoyarla porque si en verdad estaba la posibilidad de embarazo yo tenía que estar para ella en cualquier momento.

Porque si yo no estaba, estaría António. Y no, no iba a permitir que él se le acercara.

-Alice.- rompí el abrazo. Ella me miró. -Si estuvieses embarazada, ¿qué pasaría con la escuela? ¿Con António? ¿Con tus padres?

-¿Con nosotras...?- añadió ella.

-Con nosotras no pasará nada. Estaré a tu lado en todo.- le regalé una sonrisa y besé su frente. -No te voy a dejar.

-Gracias...- contestó con una tímida sonrisa. -Mía realmente lo siento, soy una tonta descuidada, siempre te hago pasar cosas horribles. Perdón.

A su lado no hace frío. (Yuri)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora