Jake.

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Narrador

Mía despertó esa mañana en la cama sola. Frunció ceño y se frotó los ojos luchando para mantenerlos abiertos, pues el cansancio del día anterior persistía en su cuerpo. Suspiró y de mala gana se levantó curiosa de saber dónde estaba Alice.

-Liz.- la llamó mientras salía de la habitación. Cuando se percató de que no estaban en casa de Alice se sintió confundida por un momento, pero luego recordó que estaban en su nuevo hogar y suspiró mientras se dirigía a la habitación de al lado esperando encontrar a su novia allí. -¡Liz!- volvió a llamar abriendo la puerta de la habitación de paredes color celeste. Era muy bonita, tenía una hermosa cuna de madera pintada de blanco que combinaba con la carriola. Colgaba del techo, justo encima de la cuna, un móvil con figuras de estrellas y planetas. Se acercó a un cajón y vio que habían juguetes y pañales para bebés.

Alice sonrió al ver esto. Sus padres habían pensado en el nuevo integrante de su familia . Pero frunció el ceño cuando recordó que ese bebé no era de ella, esa idea la tenía atormentada desde que se enteró de que Alice se acostó con António. Negó con la cabeza repetidas veces, buscando distraer sus pensamientos y salió de la habitación cerrando la puerta.

-¡Liz!- exclamó mientras abría la otra puerta, era un baño lindo con una tina, Alice no estaba allí. -¡Alice!- gritó frustrada mientras abría la última puerta de ese piso.

-¿Mía?- preguntó una voz lejana desde el piso de abajo. -Acabo de llegar.- informó en voz alta, se escuchó la puerta cerrarse.

Alice sonrió y le echó un rápido vistazo a la habitación frente a ella, era una sala vacía con una ventana enorme y sin cortinas que daba una hermosa vista al patio que ella no sabía que tenían y a las montañas. Cerró la puerta y se apresuró en bajar al primer piso.

-¿Dónde estabas?- preguntó ansiosa por abrazarla. La vio de pie delante del mueble con las manos detrás de la espalda. Tenía unos pantalones cortos, zapatos deportivos y una camiseta.

-Estaba dando un paseo con el bebé.- río y dio una palmada en su vientre. Mía asintió con la cabeza en entendimiento. -También traje esto.- dio un paso hacia al ante nerviosa y Mía se acercó a ella curiosa. Alice sacó sus manos de detrás de su espalda y le mostró un cachorro golden.

-¿Un perro?- cuestionó tomando al pequeño entre sus manos.

-Lo conseguí en la calle...- murmuró casi inaudiblemente. -Estaba literalmente en medio de la calle, pudieron haberlo atropellado o algo y tuve que traerlo porque no podía sólo dejarlo ahí tirado.- explicó rápidamente con la voz muy baja y la mirada en el suelo. La rubia se río ligeramente ante la angustia de su novia y miró al cachorro atentamente mientras este lamía su dedo pulgar enérgicamente. Mía sonrió y se acercó más a su novia.

-Bien. ¿Cómo lo llamamos?- Alice levantó su rostro rápidamente con un brillo en su mirada.

-¿Qué?- pregunto incrédula.

-Si vamos a conservarlo debe tener un nombre, ¿no?- se río Mía acariciando al cachorro.

-Pero tendremos que cuidar a mi bebé y-

-"Nuestro" bebé.- corrigió rapidamente la rubia suspirando bruscamente ante el sonido de estas palabras, que ella pensaba, eran mentira.

-Nuestro bebé.- repitió Alice. -El punto es que estaremos ocupadas y tal vez no podamos con ambas cosas y estoy segura de que será fastidioso, además sería costoso tener-

-Lo llamaremos Jake.- interrumpió poniendo al cachorro sobre el suelo, sonrió al ver como le costaba caminar aún, pues estaba muy pequeño y flaco. El pequeño se acercó a ella y le lamió los pies descalzos haciendo a Mía reír. Alice seguía sin poder creer que fuesen a conservarlo.

A su lado no hace frío. (Yuri)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora