Primer Día.

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Narrador

Alice se alistó rapidamente con su uniforme y desayunó en menos de 15 minutos con un plato de cereal. Su memoria estaba fallando nuevamente y se preguntaba dónde estaba la mujer que se supone que es su madre.

Terminó de comer y se dirigió hacia la puerta por el sonido del timbre. Al abrirla se encontró a esa hermosa rubia con la que había hablado recientemente por celular.

-Hey.- dijo dulcemente la chica con una sonrisa. -¿Cómo va tu memoria?

-Asquerosa.- respondió Alice en un tono de broma mientras salía de la casa. -No puedo recordar la cara de mi madre, ¿es eso normal?

-No.- contestó Mía con una leve sonrisa. -Pero no te preocupes, algún día podrás recordarlo todo. En otras noticias, sólo en caso de que no lo recuerdes, tu mamá salió ayer y por eso no está en casa, vuelve mañana.

Alice dudó de está nueva información por un momento, es decir, ¿qué clase de madre abandona a su hija con falta de memoria? Pero no iba a desconfiar de la única persona que parecía querer responder cada una de sus dudas, así que aceptó este hecho asintiendo con la cabeza lentamente con un poco de decepción en sus ojos.

-Salió a comprarte medicamentos.- aclaró Mía al ver la decepción en los ojos de su novia. Se acercó a ella y tomó una de sus manos, entrelazando sus dedos, y comenzó a caminar rumbo a la parada de autobuses para ir a la escuela. -Has estado teniendo problemas de memoria y lo único que ella desea es que puedas recordar con claridad.- apretó levemente la mano de su novia en señal de apoyo. -Son píldoras contra la depresión, estrés, problemas de ira, insomnio y cualquier cosa que pueda empeorar tu memoria.

-Oh.- dijo en un tono de sorpresa. -Es una buena madre.

-Lo es.- afirmó Mía mientras rodeaba su cintura con el brazo y la acercaba más a su cuerpo. Alice sonrió ante esto pero de pronto se detuvo en seco. -¿Ocurre algo?- preguntó preocupada. Dirigió su mirada hacia su novia y vio en sus ojos terror, la soltó de inmediato y en cambio tomó sus manos y se colocó frente a ella.

Alice tenía los ojos abiertos y la miraba fijamente pero su mirada era vacía, y por un momento, Mía tuvo miedo de lo que vio en los ojos de su novia.

-No vuelvas a colocar tu brazo alrededor de mi cintura.- dijo con simpleza mientas soltaba las manos de su novia y seguía caminando como si realmente conociera el paradero del lugar a donde se dirigían.

-Vale.- respondió Mía con confusión mientras se apresuraba a alcanzarla.

***

Una vez que llegaron a la parada de autobús, tuvieron que esperar un par de minutos que llegara uno finalmente.

El silencio era ensordecedor. ¿Acaso era eso posible?

Mía se estaba volviendo loca mientras contenía las ganas de preguntarle a Alice por qué ya no podía rodear su cintura. Pero no quiso preguntarle, pues lo que vio en los ojos de su novia en ese momento le había hecho daño y no esperaba una respuesta amable.

Odio, fue lo que vio en sus ojos durante unos segundos.

Por su parte, Alice estaba completamente cómoda con aquel silencio y no tenía intención alguna de romperlo. En cambio, sostuvo la mano de su novia y entrelazó sus dedos con tranquilidad como si aquello no hubiese ocurrido nunca. Además de que tenía una hermosa sonrisa decorando sus labios.

Mía no comprendía por qué sonreía, pero verla feliz la hacía feliz a ella también, así que solo sonrió también mientras veía llegar un autobús.

***

Finalmente llegaron a la escuela, y hasta entonces, no se habían soltado las manos. Pero apenas cruzaron la puerta, Alice frunció el ceño mientras veía sus dedos entrelazados y tuvo la idea de soltar la mano de su novia para dirigirse a algún lado como si tuviera un rumbo en específico.

Mía suspiró y, con toda la confusión del mundo, decidió seguirla.

Su sorpresa fue perfectamente justificada al ver que Alice había ido a hablar con António. Aquello era totalmente inesperado.

-¡Hola!- la escuchó saludar calurosamente al chico mientras se acercaba a ellos.

-Hey.- correspondió él con el mismo tono. -¿Acaso no tenías una memoria de mierda?- dijo en un disimulado tono burlón que no pasó desapercibido por Mía. -La última vez que oí de ti no podías levantarte de la camilla y ni siquiera recordadas tu propio nombre.- sonrió como un idiota, dirigió sus ojos hacia Mía y se le ocurrió agregar un comentario que claramente estaba de más. -Tenía la esperanza de que terminarías con tu novia por su falta de memoria.

La verdad era que António había cambiado. Ya no era el dulce chico que se sonrojaba ante cualquier cosa. Muchas cosas ocurrieron durante las semanas que estuvo en coma Alice. Ahora él no era diferente a cualquier idiota que hubiese por ahí caminando. No tenía filtro en la boca y eso sacaba de quicio a Mía, quien había tenido la esperanza de que António volviera a ser él mismo una vez que viera a Alice "recuperada".

-No terminaría con ella por algo así.- se defendió Mía.

-¿Te gustaría salir el sábado?- preguntó Alice, dejando a Mía anonadada.

-Por supuesto.- sonrió con orgullo. -Pero habría jurado que después de esa violación te volverías más lesbiana que nunca.

Mía apretó sus puños fuertemente y contuvo las ganas de golpearlo.

-Yo nunca sería lesbiana.- aclaró Alice. -Eso sería asqueroso.

Y en ese momento, Mía escuchó su corazón romperse.

A su lado no hace frío. (Yuri)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora