Puntualidad.

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Narrador

En ese momento fue como si Alice hubiese golpeado a Mía en el pecho con un martillo. Pues se le dificultó respirar y sentía un creciente dolor sumado con un nudo en la garganta. ¿Por qué habría dicho su novia algo como eso?

Habían más cosas sucediendo de las que se veían a simple vista.

Pero Mía no lo sabía, ella sólo tomó la mano de su novia y la llevó rápidamente a el baño de la escuela. Alice no protestó en el camino, pues en el fondo sabía que necesitaban hablar sobre eso.

-Bien.- dijo Mía una vez que llegaron al baño, cerró la puerta y se aseguró de que nadie entrara. -Ahora dime por qué has dicho eso. ¡Se supone que soy tu novia!- exclamó exasperada.

-¿Mi novia?- río Alice. -¿Se le puede llamar novia a la chica que permitió que te violaran?

"Oh no, aquí vamos de nuevo." Pensó Mía.

-Alice, no fue mi intención permitir que eso pasara, y por si no lo recuerdas, ¡yo te salvé en cuanto te vi!

-Gracias.- dijo con una falsa sonrisa y un tono sarcástico. -Ahora si me lo permites, voy a regresar a hablar con António, él sí sería capaz de protegerme en cualquier momento y estoy segura de que no me dejaría sola.

A Mía le dolieron estas palabras. Pero a Alice le dolieron aún más, pues no era como si ella hubiese dejado de amar a su novia o como si realmente creyera que el estúpido de António se merecía una oportunidad, pues se dio cuenta de que era un idiota, simplemente estaba herida porque nuevamente recordó todo lo ocurrido, además de pequeñas cosas relacionadas con su familia y con ella misma.

Alice suspiró y, sabiendo que lo que hacía estaba mal, salió del baño antes de poder escuchar alguna otra palabra de Mía, dejándola herida emocionalmente. En cuanto cruzó la puerta del baño, comenzó a correr pensando que mientras más se alejara de ese lugar, más disminuiría el sentimiento de culpa. Porque ella sabía que Mía no tenía la culpa, en el fondo lo sabía, pero necesitaba descargar su enojo de lo ocurrido con alguien y ese alguien, lamentablemente, sería la misma persona a la que ella menos querría lastimar. En algún momento, sin darse cuenta, las lágrimas habían surgido en su cara y la frustración se había apoderado de sus pensamientos. Siguió corriendo hasta llegar a algún lado fuera de la escuela.

Se dio cuenta de lo lejos que había ido y se sintió repentinamente cansada por el largo recorrido. Vio una entrada a un parque que le resultó familiar y supo de inmediato que era el lugar en dónde su vida había cambiado.

Suspiró y decidió acercarse a aquel lugar con la esperanza de que pudiera seguir adelante si volvía allí.

***

Mía había salido del baño en busca de su novia, pues no iba a dejar que abandonara la discusión con tanta facilidad. No le importaban cuántas palabras hirientes pudiera decir Alice cuando estaba molesta, solamente quería hablar con ella y, nuevamente, disculparse por haber dejado que aquello ocurriera.

Narra Mía

Comencé a buscarla por todos lados, pero ella no aparecía en ningún lado de la escuela, el timbre sonó y yo no sabía si debía ir a clase o debía permanecer en mi búsqueda. Me puse a pensar en cuáles eran mis prioridades y sin dudarlo más corrí en busca de mi novia.

Recorrí la escuela hasta que entendí que ella no podía estar adentro porque ya la hubiese encontrado, decidí salir de allí y buscarla por los alrededores. Me cansé de buscar en esa área y escogí una dirección al azar para buscar, en el recorrido vi una de las entradas a aquel lugar que tanto odiaba. El parque donde abusaron de Alice.

¿Era posible que ella estuviera allí?

No, era imposible, ella no volvería a ese lugar luego de lo ocurrido. ¿Aún así, por qué estaba yo dirigiéndome a aquel lugar?

Pues no lo sé, mis pensamientos no coincidían con mis acciones, estaba convencida de que no la encontraría allí pero mi cuerpo me llevaba a aquel árbol con desesperación. Antes de darme cuenta, ya estaba corriendo con un objetivo fijado.

Una vez que finalicé el recorrido, vi algo que me partió en pedazos como la primera vez.

Es decir... ¿Acaso la policía realmente les había permitido salir luego de eso? ¿Acaso estaban en libertad condicional? Pues la verdad eso no importaba, porque antes de darme cuenta yo ya los estaba deteniendo.

Vi sus intenciones, uno de ellos, Dan, tenía una navaja en la mano y se acercaba lentamente a Alice, el otro, Rodrigo, sólo observaba desde una distancia relativamente lejana de Alice. Y ella estaba sentada en aquel árbol con la cabeza recostada sobre las rodillas sin estar consciente de lo que ocurría a su alrededor.

Sin dudar me dirigí a Dan y antes de que su mano con la navaja tocara a mi novia, lo detuve. Sostuve su mano, evitando así que dañara nuevamente a mi novia. Quien no tenía ni idea de lo que ocurría a su alrededor, pues sólo seguía llorando abrazada a sus piernas.

Dan volteó a verme y identifiqué el odio en su mirada, sin duda me recordaba tanto como yo a él. Rodrigo se acercó a mí con intenciones claras de golpearme y como yo tenía ambas manos sobre el brazo de Dan, estaba expuesta.

Fue cuando me golpeó que Alice alzó la mirada y se dio cuenta de lo que estaba sucediendo realmente. Se apresuró en levantarse y corrió al suelo, en donde yo estaba tirada con un moretón en mi mejilla. Mi cabeza daba vueltas y no veía con claridad, pero cuando distinguí una figura masculina acercándose a Alice me puse de pie tan rápido como pude y la empujé al suelo evitando así que la navaja golpeara su costilla, haciendo que en cambio golpeara la mía.

-¡Maldición!- exclamó Dan. -¡¿Es que tú no te puedes quitar de él medio?!- me empujó hacia el suelo con fuerza y gemí levemente por el dolor que cruzó por todo mi cuerpo en ese momento. Lo vi sonreír y acercarse a Alice. -Tú y yo tenemos que terminar algo.

Alice se paralizó del miedo mientras veía al chico con una navaja acercarse a él. Rodrigo sacó un bate de béisbol de un bolso y que estaba en el suelo, como si hubiesen esperado todos los días por encontrarse con ella de nuevo para hacerle daño, y se dirigió a ella también. No tardé mucho en ponerme de pie y acercarme a donde estaba ella rápidamente para interponerme entre el primer golpe del bate y su frágil cuerpo.

Caí al suelo y ella pareció reaccionar finalmente.

-¡Mía!- gritó con preocupación, se acercó a mí y vi sus ojos llenarse de lágrimas.

-Hey.- susurré con dificultad desde el suelo y una sonrisa. -¿Esta vez llegué a tiempo, no?

***

Aquí Yai, la escritora. Gracias por el número de lecturas y votaciones que me han regalado... ¡Realmente me motivan a escribir! Voy a empezar a actualizar más seguido.

A su lado no hace frío. (Yuri)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora