Un drama total.

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Narrador

Dos meses luego del inesperado embarazo de Alice, la joven pareja estaba en medio de las vacaciones camino a su último año escolar. La ansiedad que rodeaba a Alice ya Mía por tener que cuidar de un bebé era palpable en el aire, pero sin embargo la pelinegro no pensó por un momento que no valiese la pena lidiar con ello. Una lástima es decir que su novia no podía estar del todo de acuerdo con ella.

-¿Estás segura de que quieres tener a ese bebé?- preguntó la rubia acariciando a Jake inocentemente, ese perro se había convertido rápidamente en su escape de la realidad.

Impactada por la repentina pregunta de Mía, Alice dudó antes de responder. -Por supuesto que sí, ¿no estás de acuerdo conmigo?- sonrió al percatarse de que su novia de levantó del suelo y se sentó junto a ella en el sofá.

-Te ves hermosa.- murmuró poniendo el brazo sobre los hombros de su novia. -Estoy segura de que será un hermoso bebé.

Alice asintió timidamente con una sonrisa y besó a Mía suavemente en los labios. En cuanto de separaron sintió un leve mareo.

-Me duele la cabeza...- admitió en un susurro.

-Es lo normal.- respondió Mía escogiendose de hombros.

-Lo sé.- suspiró Alice.

-Jake, ven aquí amiguito.- llamó Mía con una voz tierna haciendo que el ahora no tan flaco cachorro corriera hacia el mueble con ellas y saltara buscando alcanzarlas. -¡Vamos, sube!- animó con una sonrisa. El perrito saltó hasta que finalmente consiguió montarse y no tardó en lamer a sus dueñas tanto como pudo haciéndolas sonreír.

-Eres un amor.- alagó Alice mientras acariciaba su cabeza. -Y tú también.- sonrió a su novia haciendo que ella le regresara el gesto de inmediato. -Y tú.- murmuró a su vientre. La sonrisa de Mía se convirtió en una pensativa cara.

-¿Tienes hambre?- preguntó poniéndose de pie y cargando al cachorro entre sus brazos. Su novia negó con la cabeza silenciosamente y Mía suspiró frustrada. -No estás comiendo tanto como deberías, Liz, ¿estás segura de que no quieres comer?

-Segura.- sonrió Alice.

-La cosa que tienes en la barriga se va a morir si no la alimentas.- bromeó Mía. Alice frunció el ceño y asintió con la cabeza poniéndose de pie y sentándose en el comedor. Este acto le indicó a Mía que iba a comer. La rubia se colocó detrás de la silla donde estaba su novia y besó su cuello. -¿Qué tal spaghetti?- sugirió.

Alice asintió con la cabeza y Mía se dirigió a la cocina.

***

-Estuvo delicioso.- dijo Alice sin haber tocado mucho la comida en su plato. Mía suspiró y recogió el plato en silencio dándole los restos al perro.

-¿Es que tienes algo contra engordar?- preguntó Mía luego de alimentar a Jake. -Porque estás embarazada, de todas formas lo harás.- alzó la ceja en dirección a su aún sentada novia.

-Idiota.- bromeó Alice sonriente. -Es que no tengo hambre.- se encogió de hombros. Pero la verdad es que tenía miedo de que si engordaba más su novia dejaría de desearla por completo. -Tú deberías dejar de comer tanto, estás engordando.

-Lo sé.- aceptó Mía. -Pero tienes que alimentarte. Al menos inténtalo por tu bebé.- se agachó para acariciar a su hambriento cachorro que parecía apreciar mucho la pasta que le dieron.

-"Nuestro" bebé.- corrigió Alice timidamente, esperaba que Alice suspirara o ignorara su comentario, era lo usual. Mía siguió acariciando el pequeño perro y miró a Alice pensativa, como de costumbre.

A su lado no hace frío. (Yuri)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora