Una voz me hizo despertar. Pero aun así, no abrí los ojos.
-Hey –percibí una voz a lo lejos. Mi cuerpo no reaccionaba, trataba de moverlo pero no podía–. ¡Hey! –repitió la voz. Movieron con fuerza mi cuerpo, hasta que pude reaccionar.
Abrí lentamente los ojos hasta abrirlos por completo.
-Chica, ya llegamos –dijo la misma voz. Era el taxista. Llevé mis manos a la cabeza, me dolía harto. Al reaccionar, me exalté y me moví rápidamente.
-¿QUÉ SUCEDIÓ? –pregunté alarmada–. Usted. ¡A usted lo vi! Un accidente, había mucha sangre –comencé a inquietarme.
-Cálmese, ¿De qué está hablando?
– ¿Qué no está escuchando? ¡Un accidente!
-No ha ocurrido nada. Usted se quedó dormida, tal vez tuvo un sueño, algún tipo de pesadilla –lo miré aterrorizada.
-Lo sentí tan real –expliqué–. Fue terrible, sentí el dolor y el miedo como si en verdad hubiera sucedido.
-No tiene por qué alarmarse, nada sucedió –trató de calmarme.
-Que horrible –sacudí mi cabeza un poco. Abrí la puerta del taxi para salir de el. Le entregué la paga al taxista y giré mi cuerpo hacia la cafetería quedando completamente helada.
Es perfecto.
Me acerqué hacia la pared en donde él posaba recargado fuera de la cafetería. Se veía tan bien. Unos pantalones desgastados con una playera negra, su cabello despeinado y con una sonrisa que hacía matar a miles de mujeres, junto con esos ojos verdes avellana que eran encantadores.
-¡Hey, Jenn! –saludó alegre mientras me recibía con una sonrisa de oreja a oreja.
-Steve –saludé con una sonrisa mientras le quitaba las pocas arrugas a mi vestido–. No sabrás lo que me pasó.
-Ven, entremos, adentro me platicas.
Seguí su paso hasta llegar hacia dentro de la cafetería. El lugar era muy reservado, a lo que me había comentado Steve y a lo que podía notar, había muy poca gente dentro de él. Tenía un ambiente pintoresco, junto con una decoración preciosa. Tomamos asiento en unas de las mesas que estaban a una orilla. Aún estaba anonadada por la pesadilla que había tenido hace unos minutos.
-¿Estas bien? –preguntó.
-Sí, eso creo –respondí un poco desubicada.
Le platiqué a Steve sobre lo que había pasado, traté de describirle lo que sentía en aquel accidente que había soñado y la sensación de sentirlo tan real. "No te preocupes, a todos nos ha pasado", dijo. El mesero llegó a nuestra mesa para tomarnos la orden.
-¿Qué deseas tú? –me preguntó Steve.
-Una malteada de vainilla estaría bien –contesté.
-Bueno, una malteada de vainilla para la chica y un café americano para mí –dijo al mesero. Éste asintió y se retiró– Bueno, ahora platícame de ti.
-Soy Jennifer y amo el chocolate –bromeé.
-Está bien –rió– A mí me gusta el café.
-Sí, creo que todas las fans sabemos eso –dije sonriente mientras alzaba las cejas.
-Son increíbles en serio, todo lo que han hecho por mí, por la banda, son espectaculares –se inclinó un poco hacia mí. Tragué saliva y sonreí. Ver su mirada clavada en mí me ponía los pelos de punta.
El mesero regresó, dejó nuestros pedidos y nuevamente se retiró.
-Gracias –agradeció Steve al mesero, luego tomó un sobro del café–. Vamos Jenn, platícame un poco más de ti –trató de animarme. Fue inevitable no sonreír.
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Viviendo el Sueño ©
Ficção Adolescente¿Cómo diferenciar la fantasía de la realidad? El sinónimo perfecto de la palabra fantasía sin duda alguna lo gana Jennifer Smitt. Jennifer es una chica llena de sueños y metas que tiene propuestas a futuro. El deseo de realizar uno de sus sueños hac...