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Al tener un buen tiempo sin pisar el estudio, teníamos pensado ir directo a terminar de grabar el primer disco, que mantenía la fecha de lanzamiento para mitades del año. Pero antes de partir, opté por toma una segunda ducha. Antes de entrar, sentí un dolor espantoso. Llevé mis manos hacia mi estómago al sentir unas nauseas que estaba a punto de expulsar. Corrí hasta el inodoro. Me dejé caer al suelo y vomité dentro del retrete.

-¡Jenn! -escuché gritar a Steve-. ¡Mierda! ¿Qué te sucede?

Me tomó de los brazos levantándome del suelo. Estaba demasiado espantada. ¿Qué diablos había sido eso? No creo que el desayuno provocara eso.

-Vamos al hospital -dijo.

Me cargó en sus brazos para llevarme al hospital más cercano. Me seguí cuestionando el porqué de las náuseas. Lo primero que vino a mi mente era un embarazo. ¿Estaré embarazada? No creo, pero sabía de antemano que Steve nunca se había cuidado.

Al llegar, me bajó del auto y me volvió a cargar para llevarme dentro de la clínica. Avanzó hacia el escritorio de la secretaria. Era una sala de urgencias.

-Necesito que alguien la veo -dijo Steve. La señora rodeó los ojos y señaló una cajita.

-Puede tomar una ficha -dijo la secretaria con el rostro lleno de amargura.

-No. ¡Necesito a un doctor ahora! -gritó Steve.

La mujer no respondió, solo lanzó una mirada asesina.

-¡Mierda!

Steve se molestó. Aún en sus brazos salimos del hospital. Subimos al auto y quedamos en silencio un tiempo sin dar marcha.

-Steve no has pensado que...

-¿Qué estás embarazada? -preguntó y volteó a verme.

-¿Tú crees?

-No sé... -se quedó en silencio por unos segundos, luego hablo-: Aunque, sería lindo ¿no?

-No creo que sea momento.

-¿Y por qué no? -preguntó desconcertado.

-Ni siquiera llevamos medio año de relación.

-Compremos una prueba de embarazo y salgamos de dudas.

Al estar frente a la farmacia, que no quedaba muy lejos del hospital, me preguntó que si quería bajar, pero por obvias razones me negué. Inventé que mi dolor de estómago seguía. Temía que algún fotógrafo estuviera escondido y nos fotografiara a los dos en una farmacia.

Posteriormente llegamos a casa, pasamos directo al cuarto de baño para realizarme la prueba. Los nervios venían cargados de miedo y pavor por el resultado. Por un lado, me encantaría tener un hijo del que sé que es el amor de mi vida, pero ¡Apenas teníamos cuatro meses! Mi padre lo mataría.

-¿Sabes cómo funciona esto? -preguntó Steve mientras revisaba la caja por todos lados sin encontrar algún resultado.

-Lee las instrucciones -grité desde el baño.

-Está bien -gritó de regreso.

Salí por la prueba de embazado rebatándosela de la mano a Steve y regresé al baño. Me senté en la taza, cerré los ojos y di un largo suspiro.

-Aquí vamos -dije en voz baja.

Hice paso por paso como decía en las instrucciones. Luego de unos pocos minutos, dejé la prueba a un lado. No quería esperar el resultado sentada sola por dos largos minutos. Moriría de desesperación. Salí del baño y cerré la puerta detrás de mí.

Viviendo el Sueño © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora