7♡

97 9 0
                                    

-¿A NEW JERSEY? -preguntó mi padre un poco exaltado.

-Papá, tranquilízate -dije tratándolo de calmar.

-New Jersey está muy lejos. Sabes que por el dinero no hay problema, pero no, no puedo dejarte ir.

-Papá, por favor -rogué. Mi padre negó con la cabeza.

-Señor, no tiene por qué preocuparse, yo la puedo cuidar -dijo Steve. Mi padre encarnó una ceja, luego giró a verme y posó una ligera sonrisa. Tomó aire y lo soltó de golpe.

-¿Cuándo es el viaje? -preguntó mi padre rompiendo el silencio. Posé una grata sonrisa y abracé a mis padres. Mamá no hablaba, y no porque no quisiera, sino porque no entendía. Ya después papá le explicó todo.

-El evento es en dos días, tenemos que irnos hoy a New Jersey -dijo Steve.

-Prepara tus maletas, Jenni, estaré en mi oficina -finalizó mi padre y se fue. Mi madre me abrazó sonriente y siguió a mi padre.

Corrí hacia mi habitación. Tomé una pequeña mochila para guardar las pocas cosas que llevaría. Steve entró a la recamara y se sentó en la orilla de mi cama, mientras que en silencio me observaba.

-¿Solo llevaras eso? -preguntó.

-El festival es en dos días ¿Crees que debo llevar algo de ropa para al día siguiente?

-Jenn -se levantó tomándome de los hombros-, no te quedaras dos días, te llevaré para que te quedes más tiempo.

-Pero y padres...

-Shh -colocó su dedo índice en mi boca-. Tu tranquila, lleva lo necesario.

Dejé la mochila a un lado para tomar una maleta con más espacio en donde lograría meter todo mi equipaje, aunque de igual manera no era mucha la ropa que llevaría, solo eché lo suficiente para una semana, aunque Steve seguía insistiendo en que era poca ropa.

-¿Listos? -preguntó mi madre al entrar a la recámara.

-Am... sí. Creo que estoy lista -intenté cargar la maleta pero no pude. Steve la tomó y la llevó hacia el auto.

Como era de esperarse, mis hermanos no estaban en casa. No sabía dónde estaban y realmente creí que no me echarían de menos. Antes éramos muy unidos, a pesar de que siempre nos la pasábamos peleando, pero eso quedó atrás, cada uno se fue por su rumbo y casi no sabíamos uno del otro.

Al llegar al aeropuerto, Steve se encargó de los tontos trámites y comprar ambos boletos. Me senté en los asientos a esperar la hora, las piernas me temblaban y ni siquiera sabía el porqué. Luego de una larga hora, Steve llegó hasta mí. Se sentó a un lado y me regaló una linda sonrisa.

-¿Lista? -preguntó.

-Sí -respondí sonriente.

El altavoz mencionó el número de nuestro avión. Avancé hacia mis padres y los abracé fuerte. Unas cuántas lágrimas se escaparon de mis ojos. Steve se paró a un lado de nosotros junto con una sonrisa y sus manos en el bolsillo.

-Cuídala mucho, Steve -dijo mi padre.

-Le prometo que nada le pasará.

A mis padres no les faltó el "Pórtate bien" "Me llamas cuando llegues al hotel" "Come bien" como cada vez que salía de viaje. Miré a Steve y éste me dio seña de que era hora de partir. Las piernas aún me seguían temblando, y mi mente no dejaba de pensar en el qué estaba pasando.

-¿Cuál es el número del asiento? -pregunté mientras caminábamos por el angosto pasillo que dividía los asientos del avión.

-Deja reviso -respondió mirando los números arriba de los asientos-. Creo que es... aquí.

Viviendo el Sueño © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora