Lucas casi se había olvidado de lo que sintió el día en que vio a Micaela y a Steve saliendo de aquel café, pero lo que estaba sintiendo en esos momentos era un millón de veces peor. No había ninguna excusa posible. No podía decir que se habían encontrado por casualidad ni que era una coincidencia. ¡Ese hombre estaba saliendo de su casa! Eso sólo podía significar que Steve y Micaela se conocían, y que ella tenía algo que él realmente quería. ¿Por qué si no había ido él mismo en persona hasta allí para recoger un sobre? ¿Qué había en ese sobre? La mente de Lucas llegaba a multitud de conclusiones, y ninguna era agradable. Sus pies se negaron a dar un paso más. No podía entrar en su casa y hacer como si no hubiera pasado nada, y no se veía capaz de soportar que Micaela le mintiera a la cara, así que decidió dar media vuelta y regresar al trabajo.
Entró en el edificio como un autómata y se dirigió al ordenador de Micaela. Esa planta ya estaba vacía, todos se habían ido. Mejor. Lucas no quería que nadie viera lo que estaba a punto de hacer. Encendió el ordenador, él conocía las contraseñas; un día, Mica le contó que era tan despistada para esas cosas, que utilizaba la misma para todo.
Miró los archivos y no vio nada que demostrara sus sospechas. Empezaba ya a sentirse avergonzado por haber desconfiado de ella, cuando se dio cuenta de que no había comprobado el correo electrónico. Ojalá no lo hubiera hecho.
Ojalá hubiera ido más tarde a su casa. Entró en el correo y lo vio; el último e-mail se lo había mandado a Steve, y era una especie de resumen de todos los artículos robados con sus fechas correspondientes. ¿Qué era aquello? ¿Una especie de factura?
Sintió náuseas y apagó el ordenador. Tenía que salir de allí. Vomitó en plena acera. La gente que pasaba por su lado lo miraba estupefacta y una mujer incluso se le acercó para preguntarle si necesitaba ayuda. Lucas estuvo a punto de echarse a reír ante tal pregunta. Se quedó recostado un rato contra el muro del edificio, intentando recuperar el aliento, y luego empezó a caminar sin rumbo. No sabía adónde ir. Para él, a diferencia de su padre, emborracharse no era una opción. ¿Ir a casa de un amigo? ¿Para qué? ¿Qué iba a decirle? ¿Que la primera mujer de la que se había enamorado intentaba hundir su revista? No le creerían, ni él mismo podía creer que eso fuera cierto. Tal vez había una explicación, pero por más vueltas que le daba al asunto no conseguía encontrar ninguna.
Lo único que seguía viendo era a Steve saliendo de su casa. Y si no había ido allí a buscar los artículos, cualquier otra posibilidad era aún peor.
Eran más de las nueve, y Lucas seguía sin aparecer. Micaela empezaba a estar preocupada. Lo había llamado al móvil y nada, había llamado al trabajo y tampoco.
¿Dónde podía estar? Llamó a Gonzalo, y éste le dijo que no se preocupara; seguro que se habría quedado en el despacho repasando algo y no se enteraba de que sonaba el teléfono. A Mica le dolía la cabeza. Necesitaba tumbarse, y decidió irse a la cama y esperarlo allí. Debió de dormirse, las pastillas para el dolor le daban mucho sueño, y se despertó al oír la puerta. Eran ya las once.
-¿Lucas? -preguntó aún medio dormida.
-Sí, soy yo -respondió él seco, desde la entrada-. Sigue durmiendo. Tengo trabajo que hacer.
Mica estaba demasiado aturdida para discutir, y volvió a dormirse en seguida.
Por la mañana, Micaela se despertó con la sensación de que Lucas no se había acostado a su lado, pero eso era una tontería, la cama estaba deshecha y él se estaba duchando. Seguro que todo era culpa de aquellas horribles pastillas que la dejaban k.o.
Lucas salió de la ducha y se vistió a la velocidad del rayo. No la miró ni una sola vez. ¿Qué estaba pasando?
-Lucas -dijo ella desde la cama-, ¿pasa algo?
-¿Qué quieres que pase? -respondió él cortante-. Tengo prisa. Mañana llega Sam y quiero que todo esté a punto. -Entonces la miró para ver si ella se ponía nerviosa, pero no vio nada raro-. No quiero que haya ninguna sorpresa desagradable de última hora.
-Claro, lo entiendo -dijo ella, pero en realidad no entendía nada.
-Llegaré tarde. No me esperes
Salió de la habitación y del piso sin despedirse siquiera. Ni un beso, ni un comentario. Nada. Micaela volvía a tener sueño, no iba a tomar ninguna pastilla más.
Cuando volvió a despertarse, apenas se acordaba de la conversación que había mantenido con Lucas, así que lo llamó a la revista. Camila contesto el teléfono y le dijo que Lucas no estaba, que tenía una reunión en la otra punta de la ciudad. Micaela pasó el día en casa, y aprovechó para llamar a sus padres y contarles lo que le había sucedido.
Como era de esperar, tanto a su madre como a su padre les molestó mucho que no los hubiera llamado antes, pero Micaela les dijo que lo había hecho para no preocuparlos. En realidad lo había hecho para evitar que se presentaran allí sin avisar.
Lucas y ella seguían sin hablar del tema de su regreso a Barcelona. Micaela había decidido esperar hasta que apareciera el artículo sobre José, pero no sabía por qué Lucas no había vuelto a decirle nada. A lo mejor cuando regresara Sam estaría más relajado y podrían recuperar la normalidad.
Llegó la noche, y Micaela seguía sin tener noticias de Lucas. Esa reunión debía de ser muy importante. Se acostó e intentó esperar despierta a que él regresara, pero volvió a dormirse. No se había tomado ninguna otra pastilla, pero al estar todo el día en casa sin hacer nada, tenía la pereza impregnada en el cuerpo. Al día siguiente iría a trabajar.
La espalda y la cabeza ya casi no le dolían, y si se quedaba otro día en el sofá iba a volverse loca.
Lucas llegó a su casa pasadas las doce. Había dedicado todo el día a buscar una relación entre Micaela y Steve pero no había encontrado nada. No sabía si sentirse aliviado o si sentirse aún más paranoico. Había momentos en que pensaba que lo mejor sería preguntárselo a ella directamente, pero para eso quería tener alguna prueba más sólida. No podía seguir así, tenía que hablar con Mica. Sin embargo, antes lo haría con Sam; quizá él había logrado averiguar algo con relación a los robos. Como la noche anterior, se tumbó en el sofá; no se veía capaz de dormir al lado de ella sin perder la
poca cordura que le quedaba, y por suerte Micaela estaba aún demasiado cansada como para darse cuenta. Por la mañana se despertó y se duchó. Al salir de la ducha fue a verla; ella seguía durmiendo y tenía un morado en la frente. Él sintió cómo le daba un vuelco el corazón; él sabía que era imposible que ella hubiera hecho nada para hacerle daño, pero seguía sin poder quitarse de la cabeza la imagen de Steve saliendo de su casa con aquel sobre en la mano.Por desgracia, cuando llegó a la revista, sus peores pesadillas se hicieron realidad; encima de su mesa había un ejemplar de The Scope de ese viernes, y el artículo principal era sobre las mafias asiáticas. Era el artículo que él había escrito. El mismo. Nadie sabía que existían esos artículos. Nadie. Excepto Sam y Micaela.
Holaaa subo doble cap porque ayer no subí :)
Bueno les quería contar que vienen capítulos muy importantes y son los capítulos finales, así que ya estoy pensando en una nueva novela.
Esta relatada por un hombre y necesitaría que me digan quien les gustaría para protagonista de esta novela, no hace falta que la protagonista mujer sea mica.
La pareja va a depender de ustedes, espero sugerencias.
Gracias por leerrr💗
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Nadie como tú <<adaptada>>
FanfictionAdaptación de "Nadie como tú" de Anna Casanovas. Micaela, se ve forzada a redirigir su carrera profesional. Micaela se traslada a Londres. Su hermano Guillermo ha intercedido para que Lucas, su mejor amigo de la infancia y amor platónico de Mica, le...