Capítulo 44

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Micaela se despertó y se dio cuenta de que Lucas ya no estaba. Al principio se asustó, y por un instante pensó que quizá ni siquiera había ido a dormir, pero vio que la ducha aún estaba mojada y que en la cocina había una taza usada. Ese día se encontraba ya casi recuperada del todo, así que no dudó en arreglarse para ir a trabajar. Estaba contenta, tenía ganas de volver a ver a Gonzalo y a Camila, y seguro que esa noche ella y Lucas podrían salir a cenar. Era el día en que regresaba Sam, Julián por lo tanto se iba y todo volvería a la normalidad.

Al llegar a la revista, Ed, el portero del edificio, le dio dos besos y le preguntó qué tal estaba. Todos la recibieron del mismo modo y Micaela se emocionó al ver que durante esos meses había hecho tantos amigos. Salió del ascensor en su planta y, tan pronto llegó a su sitio, apareció Gonzalo.

-¿Se puede saber qué haces aquí? -preguntó él fingiendo estar enfadado-. Tendrías que estar en la cama.

-No te enfades. -Ella lo abrazó afectuosamente-. Si me quedo en casa un día más creo que me volveré loca. Además, hoy es viernes, tengo todo el fin de semana para descansar de las horribles tareas que me mandes hacer.

-Está bien. Pero si Lucas intenta matarme, tendrás que defenderme -accedió Gonzalo-. Y tienes que prometerme que si te duele la cabeza o la espalda te irás a casa.

-De acuerdo. -Micaela se sentó y encendió el ordenador-. ¿Qué quieres que haga?

Gonza se sentó a su lado y, justo cuando iba a enseñarle los archivos que quería que revisara, se abrió el ascensor y Lucas apareció en la planta.

-Creo que es peor de lo que me imaginaba -susurró Gonzalo-. Nunca lo había visto con esa cara.

Lucas buscó a Gonzalo con la mirada y, cuando se dio cuenta de que Micaela estaba allí, se lo vio aún más enfadado.

-Dios, creo que va a estallar -comentó Gonzalo, que empezaba a temer por su integridad física.

Mica también empezaba a preocuparse. Lucas atravesó la sala con paso firme, sin apartar la mirada de ella. En la mano derecha llevaba una revista que tiró encima de la mesa justo al llegar donde estaban ellos.

-¿Quieres explicarme esto? -le preguntó a Micaela sin mirar a Gonzalo.

Ella tomó la revista y miró el artículo. Lucas vio cómo le cambiaba la cara en el mismo instante en que se dio cuenta de lo que estaba leyendo.

-Es tu artículo -contestó paralizada-. ¿Cómo es posible?

-Dímelo tú -respondió Lucas, que empezó a notar cómo se le hinchaba la vena que le cruzaba la frente-. Tú y Sam eran los únicos que sabían lo de mis artículos de reserva.

Al ver que Micaela no contestaba y que Lucas parecía estar a punto de perder los estribos, Gonzalo se atrevió a preguntar:

-¿Se puede saber de qué están hablando?

Lucas lo miró como si hasta entonces no se hubiera percatado de que estaba allí, y respondió:

-La señorita Micaela Viciconte es quien nos ha estado robando los artículos. De eso estoy hablando.

Ella abrió la boca de par en par y sintió cómo los ojos se le llenaban de lágrimas.

-Lucas, eso es imposible -contestó Gonzalo antes de que Micaela pudiera decir nada.

-¡Imposible! ¡Y una mierda! -Lucas volvió a mirarla a ella-. Micaela, ¿te importaría explicarnos a Gonzalo y a mí qué hacía Steve Gainsborough el miércoles en mi casa? -Lucas vio cómo ella retrocedía un poco-. ¿O qué hacían los dos juntos en el café hace unas tres semanas? O, mejor aún, ¿por qué no me cuentas por qué me mentiste cuando te pregunté adónde habías ido?

Nadie como tú <<adaptada>>Donde viven las historias. Descúbrelo ahora