Capítulo 12

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«Por fin solos», pensó Lucas. La cena había sido muy agradable. Desde el primer día, Mica había conectado muy bien con todos sus amigos, y ellos parecían adorarla.

Especialmente Pablo, que esa noche la había estado mirando con mucho interés, tanto que había llegado a ponerlo nervioso. No era que a él le importara, pero ¿era necesario que cada dos palabras la piropeara y que no parase de darle palmaditas en la mano? ¿Y a qué había venido eso de los dos besos? Al día siguiente el mismo hablaría con Mica para advertirle que Pablo, aunque era uno de sus mejores amigos, no era de fiar.

Iban caminando en silencio, hasta que ella interrumpió sus pensamientos.

-Lucas, ¿te preocupa algo? Estás muy callado.

-No, no estoy preocupado. ¿Tú estás contenta? -Tras un silencio añadió-: Lo pareces.

Micaela sonrió, no paraba de hacerlo.

-Sí, lo estoy. Estoy contenta, feliz. Hace dos meses, estaba hecha un lío, no tenía trabajo, mi mejor amiga estaba más preocupada por su último ligue que por mí, y tenía miedo de que haría al venir a Londres. Temía verte de nuevo y no saber hacer mi trabajo, y volver a enamorarme de... -Al darse cuenta de lo relajada que se sentía por culpa del vino, cerró la boca de golpe.

-¿A enamorarte de quién? -Lucas le cogió la mano que ella no había parado de mover mientras hablaba sin control. Estaban delante del portal, y Mica lo miraba perpleja. Notaba cómo el corazón le retumbaba en los oídos y cómo se le erizaban los pelos de la nuca.

-De nadie. Tonterías, ya sabes. Hemos bebido demasiado -susurró ella, pero Lucas seguía mirándola fijamente. Le había soltado la mano, pero ahora todo su cuerpo la tenía atrapada contra el portal. No la tocaba, sus manos estaban apoyadas en


la pared a ambos lados de la cabeza de ella.

-No hemos bebido tanto, lo sabes perfectamente. -Soltó el aliento-. Mira, esto ya está durando demasiado. Si seguimos así, tarde o temprano voy a volverme loco, de modo que deberíamos hacer algo al respecto.

Los ojos de Lucas estaban fijos en ella, eran más oscuros, más intensos que nunca.

Micaela pensó que iba a besarla, quería que la besara, pero él permanecía quieto, a sólo unos milímetros de ella, sin hacer nada, mirándola como nunca nadie la había mirado; entonces se atrevió a preguntar:

-No sé a qué te refieres -mintió ella-. ¿De qué estás hablando?

-De esto.

En ese momento, Lucas bajó la cabeza. Sus labios rozaron los de ella y, antes de besarla, dijo:

-Necesito tocarte. -Le rozó el pelo con las manos-. Te necesito.

Empezó de un modo tierno, lento, como una caricia, y Mica notó cómo se lederretían las rodillas. Era tan dulce. Lucas le besó los párpados, las mejillas, e inició un camino de besos por sus pómulos, su mandíbula, hasta la comisura de sus labios.

-Me encanta tu olor. Me vuelve loco, hueles a... no sé, pero me dan ganas de besarte todo el cuerpo. -Entonces posó la boca justo detrás de su oreja y, lentamente, se dirigió hacia sus labios. Micaela no sabía qué hacer, evidentemente la habían besado antes, pero no así; aquello era un ataque a todos sus sentidos. Tenía los ojos cerrados, esperando sentir sus labios de nuevo, cuando Lucas susurró.

-Abre la boca, Micaela, separa los labios y bésame.

Ella obedeció, y en ese momento supo que estaba perdida y absolutamente loca por aquel hombre. Cuando sus lenguas se tocaron, los dos perdieron el control. Lucas apartó las manos de la pared y las colocó encima de sus hombros, sólo unos segundos; a continuación empezaron a deslizarse y recorrerle el cuerpo, hasta pararse en sus caderas. El único propósito de Lucas era sentirla, tenía que estar más cerca de ella; le separó las piernas para así poder colocarse en medio. Mica tampoco permanecía quieta.

Empezó a acariciarle la nuca, el pecho, necesitaba tocarlo, lamerlo, o si no explotaría.

Pero cuando empezaron a jadear, Lucas se paró. ¿Qué estaba haciendo? ¡A su edad, en medio de la calle y con Micaela! Seguro que se estaba volviendo loco.

-Lo siento, no sé qué me ha pasado. -Fue lo primero que dijo, a la vez que sacaba las llaves para abrir la puerta.

-¿Que lo sientes? ¿Estás loco? ¿Por qué lo sientes? Yo no.

Lucas, que subía los escalones de dos en dos, llegó a la puerta de su apartamento en un tiempo récord. Mica intentaba seguirle.

-¡Malditos tacones! ¡Lucas, para un segundo!

Nada, seguía haciéndose el sordo. Abrió la puerta, lanzó las llaves encima de la mesita que había junto a la entrada y, cuando iba a entrar en su cuarto, Micaela logró interceptarlo.

Nadie como tú <<adaptada>>Donde viven las historias. Descúbrelo ahora