14. Ahora es mi turno de cuidarte. (+18)

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Deben agradecer a tres lectoras en específico que hoy hay capítulo y muy interesantes, ellas son: Mariallys, Sleiby y Hillary. Me atacaron tanto que me hicieron publicar hoy.

Disfruten el capítulo.

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Mientras me dirigía hasta donde él se encontraba, no podía dejar de hacerme todo tipo de ideas en la cabeza, Viviana por alguna razón no quiso decirme que era lo que tenía realmente Bruno para no preocuparme más de lo que ya estaba, pero esa acción ha hecho lo contrario creo que me dará algo si no me entero ahora que es lo que pasa. Casi salté del taxi cuando él señor se estacionó frente al departamento de Bruno, le pagué y como una bala subí corriendo las escaleras olvidándome de que en este edificio hay ascensores; y como si la puerta fuera mi peor enemiga la golpee con fuerza para que me abrieran y poder por fin ver a mi Ángel. Viviana abrió la puerta con la palabra preocupación tatuada en su rostro, cuando me vio me dejó pasar de inmediato y me guió por el departamento hasta llegar al balcón de la habitación de Bruno y no pude evitar sentirme realmente culpable; Bruno estaba sentado en el suelo con las piernas estiradas, recostado de la pared sin camisa, descalzo  y con el cabello suelto cubriéndole el rostro.

- Pero, ¿qué pasa? ¿qué es lo que tiene? - Exigí saber, al hablar Bruno levantó la cabeza y se me quedó mirando por un momento con la cabeza inclinada.

Me acerqué a él y me agaché para estar a su altura, le acomodé el cabello detrás de la oreja y pude sentir lo caliente que estaba, no, esa palabra le quedaba corta a lo que en realidad sentí, estaba hirviendo como si fuera el mismo fuego, miré a Viviana que me miraba con preocupación.

- Hace una semana que el señor Bruno nos dio a mi y a Fabiola nuestras vacaciones navideñas por lo que no me encontraba aquí, pero ayer me di cuenta que había olvidado algo y vine hoy a buscarlo, cuando llegué había lodo por casi todo el piso, la camisa y zapatos del señor estaban tirados en el suelo y sucios; me asusté ya que ese comportamiento no es normal en el señor por lo que me dediqué a buscarlo por todo el departamento y lo encontré tirado ahí donde mismo está, diciendo su nombre.

- Gracias por avisarme Viviana. Yo me ocupo de ahora en adelante. 

- ¿Está segura?

- Si. Ve con tu familia a celebrar la navidad.

- Esta bien. Y no se preocupe por lo del lodo, ya yo lo limpie. Por favor me llama si necesita algo mi numero del celular lo tiene Bruno.

- Bien. Gracias.

Escuché sus pasos mientras se alejaba y cuando cerró la puerta. ¿Qué le habrá pasado para que esté en tan mal estado? él aún continuaba mirándome con la mirada perdida, como si fuera un pequeño cachorro extraviado. Me quite los zapatos que tenía puestos, puse mi bolso encima de la silla ecocuero que había junto a nosotros, le indiqué que se pusiera de pie para llevarlo a su habitación y quitarle el pantalón arrugado que tenía puesto; aunque continuó sin decir alguna palabra me sonrió y se puso de pie algo tambaleante, me coloqué a su lado para ayudarlo a caminar hasta su cama, lo senté en la orilla y el se acostó de inmediato, pero aún continuaba mirando cada movimiento que yo hacía por la habitación. La fiebre que tiene es muy alta, debería darse un baño con agua fría para que se le pueda bajar un poco y luego le daré alguna comida que le proporcione fuerzas, fui al armario saqué su toalla, volví hasta donde estaba y otra vez se quedó mirándome.

- Tienes que darte un baño. ¿Crees que puedas solo?

Él me sonrió y negó con la cabeza. Comenzaba a pensar que no era la fiebre que lo tenía de esa manera sino que se estaba haciendo el desorientado para que yo lo ayudara en el baño. Se volvió a sentar en la cama y se desabotonó el pantalón dejando ver su ropa interior blanca, se puso de pie, se quitó los pantalones para luego ponerlo encima de la cama, se acercó a mi, sorprendiéndome más que asustarme, me quitó la toalla de las manos y caminó lentamente al baño, en pocos segundos escuché el agua chocando contra el suelo. Arreglé la cama para que se pudiera acostar cuando saliera, miré el reloj digital que está en la mesita de noche y pude ver que ya eran las cinco de la tarde. De repente escuché un sonido sordo que provenía del lugar de donde él estaba por lo que entré corriendo con dudas de abrir o no la puerta de la ducha.

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