43. Hermosos acontecimientos.

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Gabriela

Un año y medio después...

Desde que era pequeña me ha gustado el romance, el amor en su forma más pura, casi todos los libros que me ponía a leer o las películas que me ponía a ver, sus tramas siempre eran alrededor de alguna pareja, siempre y cuando no fuera una historia trágica el final de estas historias, terminaban en alguna boda o con una escapada de parte de los protagonistas, esas bodas siempre llevaban un proceso realmente largo, proceso que a mí me encantaba apreciar porque en todo el desarrollo de este se le notaban los nervios a la novia y lo desquiciado que se ponía el novio por todos los cambios que hacía, de verdad que era digno de ver. Pero, cuando eres tú la que está del otro lado de la situación no es tan divertido, me caso en una semana y todavía no tengo los vestidos que usaré. Briana se comprometió en hacer el de novia, pero por motivos de trabajo había tenido que aplazarlo hasta al punto de decirme que lo tendría hecho justo antes de la fecha o el mismo día, y eso realmente me ponía nerviosa, no era una persona totalmente organizada con mis cosas, pero con lo que era muy importante me gustaba que todo estuviera perfecto mucho antes de la fecha pautada por si tenía que hacer algunos cambios.

Bruno se ha portado muy paciente con la situación, siempre que quiero hacer algunos cambios con los planes ya establecidos me escucha con atención, si no es que aporta alguna idea que me ayude a arreglar lo que me molesta me dice que lo que le he dicho le parece bien, no importa si está en alguna reunión o sentado viendo algunos planos, deja de hacer todo para no dejarnos todo a mí o a nuestras madres, que eran quienes nos estaban ayudando con todo. Como tenía todo mi trabajo hecho, él me dio la semana libre para que me concentre en hacer todos los preparativos que me hacían falta que eran muy pocos, pero a mí me parecían que cada vez eran más.

Tomé una bocanada de aire y me concentré en el camino, iba en el auto que Bruno me había comprado hace unos siete meses, para ir a buscar a Bruce en el colegio para niños como él, hasta el día de hoy no nos había dicho nada con palabras, pero cada día se le veía más cómodo con nosotros. Desde que las visitas de la trabajadora social eran menos él ya no estaba tan en su mundo, en vez de sólo leer libros se sentaba con nosotros a ver películas y la mayoría del tiempo se la pasaba jugando con Briel que ya tenía un año. Aparqué el auto frente a la escuela de Bruce y salí de este para comprar alguna golosina para cuando saliera. En el mondo en el que volví al auto con las bolsas en las manos, él ya estaba de pie junto a este, desde que me vio se acercó a mí y me ayudó con las cosas que tenía, las colocó a un lado de donde se sentaría y me sonrió para saludarme y me diera cuenta que su día había sido productivo (ya entendía qué significados escondían sus diferentes sonrisas). Puse otra vez el auto en marcha y llegamos al departamento en unos quince minutos, casi no había tráfico un lunes por la tarde.

Ambos con bolsas en las manos entramos al departamento y las pusimos en la cocina, él colocó lo que iba en el refrigerador y me dejó que yo colocara las cosas que iban en lugares más altos. Luego salió disparado a la habitación que estaba al lado de la suya para encontrarse a Leslie jugando con Briel.

- Gracias por quedarte hoy, sé que tienes clases.

- No te preocupes, mi clase comienza en una hora. — Se puso de pie, su espesa y extensa melena rubia risada se movió cuando lo hizo. — Sabes, que me encanta quedarme con esta pequeña. — Dijo y le sonrió a mi pequeña. — ¿Ya mi tía terminó de hacer el vestido?

- Todavía no. — Musité arrugando la frente. — Espero que todo el trabajo que tiene en estos días le permitan terminarlo, por eso fue que le dije que yo podía contratar a otra diseñadora, pero ella se negó rotundamente, ella quería ser la que creara el vestido.

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