44. Momentos. (+18)

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Desde que me confirmó quién era a mi mente vino un sinfín de imágenes de cuando me faltaban algunos meses para cumplir los diecinueve años.

Estaba terminando mi primer año de universidad, estaba de lo más nerviosa ya que apenas si tenía tiempo para hacer todas las cosas que me pedían en las clases y el trabajo como mesera me abarcaba casi todo mi tiempo. Estaba casi corriendo a mi segunda clase cuando me tropecé con un chico que venía corriendo en la dirección contraria y todas mis cosas cayeron al suelo, enojada me agaché y comencé a recogerlas, este chico de cabello negro también se agachó y me ayudó a levantarlas, me las entregó y se fue apresuradamente por el sitio al que antes se dirigía. En menos de cinco segundos me acordé que yo también iba tarde para mi clase por lo que salí corriendo en dirección a mi aula, agradecí al entrar que el profesor que me tocaba aún no había entrado al salón de clases, con cinco meses estudiando en la universidad todavía no me aprendía muy bien el camino a las diferentes facultades.

Luego de dos horas interminables de clases organicé mis cosas y salí de la enorme aula de diseño. Pero mi caminata se vio interrumpida por la mano de algún chico que me sostuvo el brazo, haciendo que me diera la vuelta y mirara al dueño de la gran mano, era un chico de ojos azules hermosos y finos, llevaba una gorra que cubría su cabello, por su sonrisa podía apreciar que era un hombre realmente encantador.

- Hola.

- Hola. — Respondí confundida, ya que no conocía al chico, aunque no me parecía extraño ya que por el accidente de automóvil no conocía muchas de las personas que se me acercaban.

- Quería pedirte perdón por lo de antes. — Al ver mi cara de confusión, su sonrisa se agrandó y me soltó el brazo. — Me refiero al haber tirado tus cosas y ni si quiera me detuve para saber si estabas bien. Pregunté a las personas que vieron lo sucedido si te conocían y me dijeron que te vieron entrar aquí.

Ahí entendí que no lo conocía de ningún lugar, sólo quería enmendar el error que creía haber cometido, y ese pequeño accidente a cualquiera le pasa, además que yo más que nadie lo entendía, a menudo salía corriendo de mis aulas para llegar a las otras y por pura suerte no me había estrellado con otras hasta ahora.

Sonreí y lo miré con más atención.

- No tienes que disculparte, ya que noté que ibas con prisa.

- Sí, tengo que hacerlo, eso hizo que me viera como un cavernícola. — Sonrió. — Por lo que quiero invitarte el desayuno... ¿allá era que ibas?

- Sí, pero de verdad no tienes que hacer nada, ese pequeño incidente a cualquiera le pasa, agregando que yo suelo ser muy despistada, si no hubiera sido contigo, hubiera tropezado con alguien más.

Él se me quedó mirando por un momento con confusión, noté que no se rendiría por un simple no de mi parte por lo que le sonreí y comencé a caminar hacia la cafetería, él complacido con mi decisión camino a mi lado.

- Por cierto, mi nombre es Liam.

- Gabriela. Gusto conocerte. — Musité mirándolo. — No tengo que preguntarte qué estudias, ya que esta es la facultad de arquitectura.

- Estás en lo cierto, estoy en el tercer año. ¿Y tú?

- Yo apenas estoy comenzando el primer año. — Me reí, me sentía más pequeña al saber que a él sólo le faltaba un año para acabar.

Él notó mi nerviosismo y me tomó de la mano, haciendo que los dos detuviéramos nuestro andar.

- No tienes que hacerme caso, pero créeme cuando te digo que estos años pasarán más rápido de lo que estás pensando.

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