38. Recuperación.

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Gabriela

Me costaba horrores abrir los ojos, sentía los parpados tan pesados que comenzaba a creer que tenía algo sobre ellos, al intentar mover los brazos me pasaba lo mismo, era como si tuviera todo el cuerpo entumecido, no me dolía ninguna parte del cuerpo y eso era bueno en todo sentido ¿Qué estaba pasando? No recuerdo nada, debo centrarme y pensar qué fue lo último que hice y vi antes de llegar a esta situación.

Luego de un buen rato intentándolo, pude ir poco a poco abriendo los ojos, era muy lenta al hacerlo ya que todavía sentía que me pesaban demasiado. Al tenerlos completamente abiertos y dispuestos a quedarse así, pude concentrarme en mi alrededor, giré un poco la cabeza para ver a quienes les pertenecían las respiraciones que estaba escuchando, mi madre y mi padre estaban dormidos en un sillón que se encontraba cerca de un puerta color marrón. Sin temor a equivocarme podía decir que me encontraba en el hospital, he despertado tantas veces en una habitación como esta que ya no me parecía extraño abrir los ojos y ver lo que tenía a mi alrededor, las paredes verdes o azules pasteles, me hacían saberlo de inmediato... pero la pregunta en cuestión en estos momentos es ¿qué pasó? ¿Me habré desmayado en la casa de mis padres? No, eso no es. Recuerdo que Bruno y yo habíamos tomado un avión a Los Ángeles, él estaba muy enojado conmigo por lo ocurrido con Bryan, quisiera poder explicarle lo que en realidad pasó, no me gusta que esté pensando que yo soy capaz de traicionarlo de esa manera. Algo grave pasó que estoy en este lugar. ¡Espera un momento! ¡Jeniffer! Ella entró al departamento de mi novio, me tenía amarrada a una silla, besó a Bruno delante de mí y después... le dio un disparo. ¡Bruno! Debo levantarme de aquí y buscarlo, pero como todo estaba en mi contra el cuerpo no responde como quiero, me siento demasiado cansada, pero ella... también me golpeó el estómago, ¡no! Mi pequeño. Si estoy aquí quiere decir que he perdido a mi bebé, ella me ha arrebatado ese niño que aun no veía la luz del día.

- Pequeña. — Se acercó mi padre al darse cuenta que me había despertado y me estaba exaltando. — Tranquila, mi amor. — Me acarició el brazo para tratar de tranquilizarme.

No funciona.

- ¿Cómo me pides que me tranquilice? — Dije tratando de sentarme, pero sentí un ardor en el estómago. ¡No! Eso es una muy mala señal. – M... mi pequeño... — Susurré asustada.

Mi padre me acarició la frente y sonrió con nostalgia.

- Está muy bien, y no es un pequeño... es una pequeña. — Al escucharlo sentí como se iba ese gran peso que sentía en mi pequeño. Ella está bien.

Sonreí.

- Seré madre de una hermosa nena.

- Sí, pero debes cuidarte mucho. Los golpes que te propinó esa mujer hicieron que tu embarazo fuera de riesgo, por lo que debes estar en cama todo el tiempo. Pequeña. – Musitó sin dejar de acariciar mis mejillas.

- No te preocupes por eso. Sé que los cuidados no me faltarán. Bruno siempre estará a mi... ¡Dios! Jeniffer le disparó a mi ángel. ¿Dónde está Bruno? — Hice la pregunta en un tono de voz tan alto que mi madre se despertó y corrió hacia nosotros asustada.

No podía creer que me haya olvidado por completo que él había sido impactado con una bala. Miré a mi padre con insistencia para que me dijera el estado de mi novio.

- Él está bien. — ¡Oh, Dios, Gracias!

- ¿Dónde está?

- En su habitación. Se está recuperando.

Me relajé un poco y me recosté de la cama un poco más aliviada, él estaba bien, él se está sanando, ella no logró quitarlo de mi lado. Mis dos personas favoritas, ambas están bien. Mis ojos se llenaron de lágrimas, las que no tardaron en salir ni un solo segundo, me sentía verdaderamente feliz. Esos momentos con esas dos personas fueron realmente aterradores y más cuando vi como me arrebataban a las personas más importantes en mi vida. Tengo que verlo, debo cerciorarme de que verdaderamente él está bien como me había dicho mi padre, que es real que va a salir de esta situación en la que lo puso esa mujer. Intenté ponerme de pie otra vez, pero mis padres me dijeron que debía estar en total reposo para que mi hija no estuviera en peligro; no sé en qué momento mi corazón comenzó a palpitar con fuerza, tanto que comenzaba a ver borroso, mi padre salió corriendo a buscar una enfermera para que me pusiera un calmante. Les pedí que no me hicieran dormir antes de poder ver el rostro de mi novio, pero antes que me diera cuenta ya me sentía demasiado cansada como para mantener los ojos abiertos.

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