15. Tregua.

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Me doy cuenta que soy algo bipolar, digo que no publicaré capítulo y aquí estoy publicando uno... Pues me entró la inspiración y me puse a escribir, así que aquí tienen uno fresco sacado del orno.

Disfruten el capítulo.

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Las palabras paz y plenitud le quedaban cortas a lo que en realidad sentía en este preciso momento; aún tenía la cabeza recostada del ancho pecho de mi ángel dorado, no sé cuanto tiempo teníamos en esta posición, pero no tenía intenciones de moverme y por el brazo que tenía descansando en mi cintura desnuda podía decir que él también sentía lo mismo. No pensaba en el ayer o en el mañana, sólo podía prestar atención a lo que estaba sucediendo en el presente, ya que no quería acordarme porque se supone que debo de rechazar a Bruno y tampoco quiero pensar si mañana me arrepentiré de lo que acabo de hacer con él, levanté la cabeza y le di un beso en los labios, sorprendiéndolo un poco ya que tenía los ojos cerrados, los abrió y me sonrió con felicidad. Me di cuenta que antes de que comenzáramos hacer esto, todavía tenía un poco de fiebre, pero al terminar sudados y acelerados ya no se le sentía calentura, por lo que he llegado a una teoría muy morbosa... hacer el amor es el remedio para muchos males.

- ¿En qué piensas?  - Me acarició el rostro. - Te ves muy absorta en tus pensamientos. 

- Estoy decidiéndome si fue bueno o malo lo que acabamos de hacer.

Abrió los ojos de par en par y sentí como su cuerpo se tensó.

- ¿Te arrepientes?

- Sinceramente... no. - Su cuerpo se relajó y volvió a soltar el aire que tenía prisionero. - Sólo que hay cosas que tenemos que hablar, pero no quiero que esa conversación sea hoy.

- Como tu decidas, Chiquita.

Con cuidado se movió para que yo quedara de debajo de él, me dio un beso en la frente y acaricio mi nariz con la suya, salió de mí muy despacio haciendo que sintiera un gran vacío en mi interior. Se puso de pie, se quitó el preservativo y fue al baño para tirarlo en el zafacón, dejándome ver la hermosa vista que representaba su cuerpo desnudo acabado de practicar el amor, era un deleite; volvió hasta donde yo me encontraba con la misma sonrisa en sus labios que al parecer no se le borraba, extendió su mano para que yo la tomara y lo hice con gusto.

- Quiero ducharme contigo. - Me avisó besándome el cuello. - ¿Puedo? - Asentí dejándome llevar por su contacto.

- El pastel... - Susurré.

- Entra a la ducha, yo lo llevaré a la cocina.

Caminé al baño y escuché cuando salió de la habitación, cuando estuve frente al espejo de cuerpo entero me quedé mirando el reflejo que este me brindaba, tengo unos kilos más que antes y Bruno no ha mencionado nada, ni cuando estuve en el hospital que en algunas ocasiones me tuvo que levantar en brazos porque no podía mover mis piernas y sé que en ese entonces ya estaba subiendo de peso, esta noche hemos hecho el amor, me ha visto sin una pieza de ropa puesta  y no mencionó nada o si quiera puso alguna cara rara por tener más de lo que antes tenía, eso lo hace más que caballeroso, pero no quiero ponerme como una vaca, eso haría que se desinteresara en mí... Bruno puede ser la mejor persona del mundo y también puedo ser la persona que más ame en el mundo, pero todo amor creo que tiene su límite. Me quité el maquillaje que tenía puesto, no quería convertirme en un mapache cuando el agua hiciera contacto con mi piel; por el espejo pude ver que Bruno se detuvo en el marco de la puerta para quedarse viéndome, en algún momento de nuestro encuentro sexual se le debió soltar el cabello, ya que lo tenía esparcido por los hombros cubriendo un poco de su ancho pecho... noto también que se está dejando crecer la barba que por cierto no le queda nada mal.

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