20. Hermoso Lugar.

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Y aquí la tercera parte que les prometí. 

Sin más, disfruten el capítulo.

3/3

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No puedo creer que en realidad me haya comprado el bolso contra mi voluntad, aunque le pedí muchas veces que no lo hiciera fue como si nadie le estuviera hablando. Sí, me encantó, pero no quería que gastara esa exagerada cantidad de dinero por un poco de cuero azul, era ridículo como las personas malgastan su dinero en cosas tan obscenamente caras y lo peor del caso es que Bruno se siente realmente feliz porque me compró lo que en primer instancia me había gustado; la chica de la tienda se estaba riendo de nosotros cuando le comencé a decir que no debió hacerlo y salí enojada a la calle, con la bolsa de lo que me acababa de comprar salió detrás de mi y me tomó del brazo para detenerme. Me di la vuelta, lo miré con los ojos entrecerrados y suspiré, en este lugar no creo poder estar enojada con él por tanto rato así que le sonreí y nos tomamos de las manos.

No sé en qué momento Bruno llamó al taxista que nos trajo aquí, él ya nos esperaba aparcado cerca de la tienda y nos entramos en el auto. Cada vez que entraba estaba muy agradecida por calefacción, afuera hacía un frío para morirse aunque creo que eso sólo lo pensábamos la mitad de París y yo porque a mi acompañante le parecía muy agradable, no sé como podía estar sólo con la remera manga larga, la chaqueta de cuero y sus guantes, unos vaqueros negros y converse, yo estaba lo más abrigada que podía.

- ¿A dónde vamos ahora? - Le Pregunté porque el conductor daba vueltas y vueltas y no terminábamos de llegar.

- Son las diez y media de la mañana y aún no has desayunado. Te llevaré a un buen restaurante. 

- Ahora que lo mencionas, me estoy muriendo de hambre.

- Yo igual.

El señor que estaba conduciendo aparcó frente a un restaurante muy elegante. Bruno bajó del auto primero y me ayudó a salir, entramos y de sólo hacerlo pude notar que era de estilo zen, era un poco extraño ver este tipo de decoraciones en París ya que estos diseños son más comunes en el medio oriente. Una señorita de unos veinticinco años se nos acercó, iba vestida con un pantalón de pinza marrón, una remera manga larga color hueso con una chaqueta del mismo color del pantalón e iba encaramada en unos tacones extremadamente altos, su cabello lo tenía amarrado en una cola envuelta muy alta en la cabeza. El maquillaje que estaba usando era profesional y muy bien cuidado, se nota que se pasó un buen rato preparándose para venir al trabajo esta fría mañana. Como era de esperarse lo primero que hizo fue mirar a Bruno con una sonrisa coqueta.

- Buenos días, señor y señora. ¿Tienen reservación? - Dijo aún sin mirarme y con un acento francés.

- Si. Bruno Walker, hice una reserva hace unas horas.

Con dificultad retiró la mirada de mi hombre para mirar el listado que tenía en su tablilla, luego de echarle una ojeada rápida volvió a posar los ojos en Bruno y sonrió, sin decir nada nos indicó que nuestra mesa se encontraba al fondo; era un lugar bastante acogedor y cómodo, la chica nos llevó hasta un lugar apartado, las mesas eran redondas con manteles blancos y estaban arregladas con una excelente etiqueta, se notaba que este restaurante era realmente fino y sofisticado, Bruno siempre ha tenido un excepcional instinto a la hora de escoger los restaurantes a donde iba y era un placer para mi poder acompañarlo, lo único molesto era que a cada lugar a donde íbamos era la misma historia con las mujeres que trabajaban ahí o hasta las mimas clientes con sus novios o sus esposos al lado, no comprendo como podían faltarle el respeto a sus parejas, puedo comprender que mi novio sea un hombre espectacular, pero si están con ellos es porque ellas mismas fue que eligieron a esos hombres por lo que no tienen que degradarlos de esa manera.

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