21. Mi ángel guardián.

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Hola a todas. Aquí otro capítulo recién escrito. Espero lo disfruten.

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Acabo de pasar los peores treinta minutos de mi vida. Siempre me ha desagradado eso de estar devolviendo lo que uno come, ya que es una sensación muy incomoda y no se puede controlar, he estado un buen rato vomitando cada cinco minutos, con Bruno detrás de mi sosteniendo mi cabello y acariciando mi espalda con ternura y paciencia, no se ha movido ni un segundo de mi lado. Lo que sí lo escuché decirle a alguien que le dijera al presidente que me había sentido muy mal y no creía que volveríamos a la mesa enseguida. Me ayudó a ponerme de pie e ir al lavabo para poder enjuagarme, abrió el grifo y el agua comenzó a salir en un gran chorro, junté mis manos debajo del chorro, el agua que se acumuló en ellas la introduje en mi boca para enjuagarla bien... era el peor sabor que se podía tener.

Me di cuenta que quien había dado el mensaje de Bruno al presidente fue Martín, no sé desde cuando está con nosotros ya que desde temprano en la mañana no lo había visto, ni me había percatado de su presencia. Martín le pasó a mi novio mi cepillo y una pasta dental para luego dármelas a mi. Me cepillé los dientes con esmero y algo tambaleante, agradecía que Bruno me sostenía por la cintura ya que no estaba muy segura de poder mantenerme en pie por mi misma; terminé esa tarea para luego verme en el espejo y ver el reflejo de una chica con un rostro muy pálido y extraño para mi, no lograba reconocerme, tenía los ojos rojos, gotas de sudor perlando mi frente y mi rostro más blanco que un papel.

Vi por el espejo como Bruno se sacó un pañuelo blanco del bolsillo, lo empapó de agua y sin soltarme de la cintura delicadamente me lo pasó por el rostro y el cuello, esa misma acción la hizo varias veces con mucha paciencia sosteniendo prácticamente todo mi peso, hasta notar que dejé de sudar. Dejó el pañuelo sobre el lavabo y me acarició la mejilla, su rostro reflejaba la preocupación misma, en ningún momento había mencionado alguna palabra desde que entramos al baño, no sé si lo hace por no incomodarme o por si le da miedo lo que le pueda responder. Puse mi cabeza en su hombro en un signo de cansancio y vergüenza, le había arruinado una importare reunión a Bruno.

- De verdad, lo siento mucho. - Dije en un susurro, no tenía fuerzas ni siquiera para hablar.

Sentí como se tensaron sus hermosos y fuertes músculos debajo de mi.

- ¿Por qué te disculpas, Chiquita?

- Te arruiné la mejor oportunidad que has tenido. Lo siento tanto.

- La mejor oportunidad que he tenido es que tu me aceptaras de nuevo a tu lado, así que no me has arruinado nada. Si te refieres a la reunión del presidente, todo lo que teníamos que arreglar lo hicimos al principio de la conversación... él continúa allá fuera porque está preocupado por ti.

Y en momentos así es el hombre más tierno, paciente, enamorado y calmado que en cualquier momento. Sin previo aviso volvió a cargarme en sus brazos, estaba tan débil que no tenía fuerzas para poder protestar y pedirle que me bajara, escondí mi cabeza en la curva de su cuello y el hombro, suficiente vergüenza ya había pasado como para ver la cara de todos las personas tratando de ver que le había pasado a los invitados del presidente. Me di cuenta que salimos del baño por que el aire era un poco más frío y sentí que atrás de nosotros estaba una persona, en unos segundos ya estamos en donde todos nos podían ver ya que los murmullos de todos cesaron cuando entramos. De repente la caminata de Bruno se detuvo.

- Je demande les excuses les plus sincères. Mon partenaire est pas très bien et nous devons prendre une retraite anticipée. - Susurró Bruno. Si tendría que adivinar lo hizo para no molestarme.

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