18. ¨Francia¨.

286 23 10
                                    


Hola a todas mis lectoras. Tengo una sorpresa para ustedes, petición de una de mis lectoras ¨UN MARATÓN¨

Este es el primero de tres capítulos que publicaré hoy.

1/3

------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

No puedo entender como hay personas que les encanta viajar en aviones a cada momento, llevo diez horas y cuarenta minutos en esta maquina voladora y ya siento que he estado aquí por más de un año, ya comienzo a sentir los síntomas de la claustrofobia; agradezco a Mónica que a las horas que le pedí que me consiguiera dos boletos de vuelo a Francia pudiera encontrarlos y también que me pudiera decir en qué hotel u habitación se está hospedando Bruno, le pedí que reservara una habitación extra para que Martín se pudiera quedar, pensando en eso... no puedo creer que haya pasado treinta minutos tratando de convencerlo para que no le avisara a Bruno que iría de sorpresa a verlo, este hombre es demasiado leal a mi novio o tiene más miedo que me pase algo de lo que quiere aparentar. Dios, era estresante lo cuidadoso que quería ser este hombre, aunque si lo pensaba mejor, me imagino que quien le ha dado un largo discurso de como debería cuidarme ha sido el paranoico de Bruno.

Pensar en lo cuidadoso que podía ser Bruno conmigo me daba una sensación linda en el cuerpo, tener a alguien como él cuidando cada paso que daba me hacía sentir segura, pero como dice mi madre: todo en exceso cansa en el transcurso del camino.

Por fin la voz metálica de la azafata se escuchó por los altavoces avisándonos que en unos minutos estaremos en tierra francesa. Al bajarnos del avión nos dimos cuenta que estábamos más cansados de lo que pensábamos, yo sólo quería llegar hasta donde estaba Bruno, resolver el problema en el que me metí e irme a dormir por un rato. Cuando Martín llegó con nuestras maletas íbamos a salir a buscar un taxi que nos llevara al hotel en donde estaba el enojado, pero un señor de unos cincuenta y tres años sostenía un papel con mi nombre completo escrito en él con una horrible caligrafía, se nota que hace tan sólo unos minutos lo había escrito y que él mismo lo había hecho, al acercarnos a él pudimos darnos cuenta que él no hablaba ni un poco de español o inglés, por lo que nos dio un pedazo de papel que  nos explicaba que a este hombre lo había mandado Monica para que nos recibiera cuando llegáramos y no pasáramos problemas buscando uno. Nos fuimos al auto, él ayudó a Martín a entrar nuestro equipaje en el maletero.

Martín me dio un leve toque en el hombro para que me despertara, sentí que el viaje apenas duró unos segundos, acabamos de subirnos en el auto y ya estamos frente a un hermoso hotel de treinta pisos. Le pagamos al señor y entramos a la recepción, una chica que hablaba inglés nos guió hasta las habitaciones que nos correspondían, me informó que la chica con la que había hablado le dijo que yo me quedaría con un huésped llamada Bruno Walker y que el señor Martín Goulding se quedaría cuatro habitaciones después de donde está la nuestra... en el momento en el que ella mencionó su apellido, me sentí mal que a estas alturas yo aún no me sabía su apellido. Martín me ayudó a entrar las maletas en la habitación y luego se fue a la suya. La suite era realmente hermosa y enorme, por lo que veo a Bruno le gustan mucho los espacios grandes.

Hacía mucho frío, no nevaba pero el frío hacía que se sintiera como si lo hiciera. Respiré hondo y me dispuse a buscar a Bruno en toda la suite; mientras caminaba me daba cuenta que era más grande de lo que aparentaba y la decoración era de estilo étnico, los muebles eran de un naranja pálido con cojines con estampado estilo africano, me doy cuenta que quien haya hecho esta decoración cuidaba cada detalle y por lo que veo no se le escapó ninguno; al entrar a la habitación tuve que detenerme para poder apreciar la hermosa decoración de esta, había un gran arco hecho de piedra beige que daba la bienvenida a la cama, para poder llegar a ella se debía subir dos pequeños escalones blancos con cojines del mismo color, la cama arreglada con sabanas y almohadas blancas y con una cobija color hueso, en el espaldar de la cama había un enorme espejo con el marco hecho de hierro forjado, del techo colgaba un mosquitero cerrado del mismo color que las sabanas, era realmente acogedor.

Amor al Descubierto Donde viven las historias. Descúbrelo ahora