Capítulo 38 °Hannah°°Austin° 6/6 MARATÓN

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El dolor insoportable en la parte trasera de mi cabeza y en mis extremidades, me hicieron despertar de la bruma de mi sueño. Mis parpados pesaban y mi corazón latía sin cesar, sin embargo, fui capaz de tomar parte de mi fuerza de voluntad y abrir mi ojos.

De inmediato, pude ver la habitación, era muy diferente a la que anteriormente había estado. Me dí cuenta de que estaba nuevamente amarrada, por el dolor en mis muñecas y tobillos. Y entonces, como por arte de magia, los recuerdos del día anterior me bombardearon e hicieron que el dolor en mi cabeza fuera más insoportable.

Me sentí mareada por unos momentos, sin embargo con todo mi pesar, puse mantenerme consciente. La sensación de aquellos hombres sobre mi, golpeando mi cuerpo, riendo, sacudiéndome, sometiéndome, hicieron que un escalofrío me recorriera el cuerpo. Esos hombres, ya los conocía; Matthew y Charlie. Quería gritar al sentir el dolor de mi cuerpo. Empezaba a recordar todo lo que había pasado y con esos recuerdos, despertaban los dolores provocados por los abusos.

Mi cuerpo estaba por estallar y yo empecé a gritar de dolor y frustración. ¿Por qué a mi?, ¿qué hice para merecer esto?, ¿por qué mi padre hace esto?, intenté con desesperación moverme, buscar una salida, quitarme esas cuerdas de mis muñecas y tobillos y poder respirar con normalidad.

En el fondo de mi ser, sabía que me había transformado y también sabía muy en el fondo que si me transformaba, podría romperme un hueso o podrían romperme uno...

De repente, un chillido resonó en toda la habitación y yo me quedé inmóvil, o eso intenté, ya que no podía parar de temblar. Y de repente, empecé a llorar. Empecé a sollozar que odiaba mi vida, empecé a drenar todas las emociones que ahora me hacían estallar.

La desesperación era inmensa. Escuchaba sus pasos acercarse e un vago intento por alejarme de él, me arrastré a un rincón de la habitación.

Los sollozos hacían eco en la vacía y tétrica habitación, donde la vaga luz que provocaba una lampara pequeña que colgaba del techo mostraba las muchas herramientas de tortura que yacían sobre una mesa al otro lado de la habitación.

Las cuerdas que amarraban a mis muñecas me irritaban y me hacían sangrar, ya era usual que se me durmieran y se me cansaran, era muy difícil moverse con este dolor punzante en mis piernas y brazos por estar tanto tiempo en una misma posición.

—Hanny, Hanny.

La voz ronca, pastosa y divertida de aquel hombre que tanto temía y odiaba vino a mis oídos. Un escalofrío desagradable me recorrió todo el cuerpo, me estremecí en mi lugar.

Me apegué al rincón y me encogí como si así pudiera desaparecer y hacerme invisible solo para que él no me viera.

Sentí sus pasos caminar en mi dirección y me tensé en respuesta. Sabía lo que iba a hacer conmigo, y solo quería que esto fuera una pesadilla y que pronto fuera a despertar.

—Pequeña lobita, vamos a jugar.

Las palabras de el hombre que alguna vez considere mi familia, hicieron que mi llanto se incrementará y mis sollozos se hicieran más sonoros.


°Austin°


—¿Cómo se supone que la encontraremos?—Murmuré con la voz temblorosa, Savannah me miraba con cierta preocupación, sin embargo, se limitó a medio sonreír de manera tranquilizadora.

—Pues no sentándonos aquí—Su sonrisa se convirtió en una más amplia, que, sin embargo, no llegó a sus ojos—. Debemos empezar a movernos.

Tu... Mi fuerte Alfa | Terminada✓ | En edición✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora