Me quedé paralizada en mi lugar, aún con el teléfono en el oído oyendo el típico tono que indicaba que la llamada había terminado y que debía retirar el teléfono.
Mi corazón golpeteaba contra mis costilla, casi podía jurar que estaba apunto de salirse de mi pecho. Podía oír mi pulso golpetear mis muñecas y la parte trasera de mis oídos, impidiéndome oír cualquier ruido que no sea el de mi furioso corazón.
Mis manos y piernas están demasiado temblorosas como para sostener mi peso, sin embargo, logro mantenerme de pie. La punta de mis dedos están heladas, lo puedo sentir por como rozan la piel de mi oreja cuando tiemblan intentando sostener el delicado pero ahora pesado teléfono.
En ese momento mis piernas ceden.
Caigo de rodillas al suelo, el dolor que estalla en mi sistema solo hace que mi llanto se haga más sonoro y vergonzoso pero ni siquiera me importaba que Austin me viera así, ni siquiera sabía por qué lloraba o por qué me afectaba tanto.
Las lágrimas caían de mis mejillas como torrentes potentes de agua, y con cada que salía una lágrima, el dolor y la mala sensación que tantas veces había sentido con anterioridad, aumentaba hasta ser completamente insoportable.
El frío metal de mi teléfono fue arrancado de mis dedos con violencia. Las voces se oían lejanas y confusas, sin embargo, era lo suficientemente consciente todavía como para darme cuenta que aquella voz que lograba escuchar a los lejos era Austin, agarrando mi teléfono, intentando averiguar con quién había estado hablando.
Sentí como me tomaban de los hombros y me zarandeaban con extrema suavidad, como si el que me sostuviera entre sus brazos, temiera hacerme daño, pero no le presté atención. El llanto no cesaba y lo único que hacía era aumentar su intensidad cada momento.
Sentía como si todo estuviera roto. Sentía como si el vacío y la soledad se hubieran adueñado de mi vida y como si nada valiera la pena realmente. Sentía como si nada importara, que si me lanzará de un avión a máxima velocidad, la caída dolería menos que lo que siento ahora.
No estaba segura de por qué estaba tan afectada, lo único que sabía era que; salvaría a Zara y Ryan, así le rompa el corazón a Austin o incluso muera en el intento.
Deje de pensar cuando sentí los brazos de Austin rodearme y apretarme contra su pecho, acariciando mi pelo, sin embargo, podía sentir en cada uno de sus movimientos que no estaba seguro de en realidad que hacer.
No se cuanto tiempo paso antes de que empezará a relajarme, lo único que sé, es que Austin no me soltó en ningún momento ni emitió ningún sonido o palabras. Agradecía que no haya preguntado nada y que solo se haya tomado la molestia de abrazarme.
El ritmo de mi corazón bajo, todas las emociones encontradas que se habían acumulado en mi pecho y estómago empezaron a ceder con lentitud, el nudo en mi garganta se fue suavizando y las lágrimas fueron cesando con rapidez, sin embargo, no podía dejar de sollozar.
—¿Vas a decirme que fue lo que pasó?
Las palabras de Austin hicieron que todas las sensaciones volvieran con más intensidad que antes. Pero, está vez, tomé toda la fuerza de voluntad para tragármelas y apartarme con lentitud.
No podía decirle que en la noche planeaba irme a recuperar a Zara y Ryan justamente el día en que me transformaría, sin que se volviera loco. Además, no me dejaría hacerlo ya que diría que es muy peligroso y que el también iría. Pero eso solo empeoraría las cosas más de lo que ya están.
Negué con la cabeza intentando forzar una sonrisa tranquilizadora pero estoy segura que lo único que logre hacer es una mueca.
—Estoy bien...
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Tu... Mi fuerte Alfa | Terminada✓ | En edición✓
Hombres LoboEl destino los ha unido, fingiendo inocencia. El dolor lo ha atrapado, fingiendo demencia. El presente los ha torturado, fingiendo consciencia. La realidad los ha separado, fingiendo clemencia. Dos seres que deben estar separados, luchan con todo...