Demonios .28.

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Cuenta Melliza

Al final de todo si pude llegar a tiempo a mi clase, todo el mundo me veía como si estuviera a punto de estallar una bomba dentro de mi o algo parecido  pero fuera de eso, el día transcurrió sin ningún otro suceso. Estaba feliz, más que encantada con lo que había pasado con Nathan pero me seguía molestando lo que Sam había dicho. No quería pero entre más pensaba en eso, más Sam se metía en mis pensamientos y en serio que era difícil disolverlo dentro de mi cabeza.

 El timbre que indicaba el final de las clases había llegado y yo estaba agradecida por ello, tal vez había sido el día en que el chico de mis sueños me había besado pero también habían pasado demasiadas cosas malas. Llegue a casa y no encontré a nadie, no creía hacerlo pero siempre estaba la esperanza de que mi madre estuviera en casa esperándome con la comida recién hecha. desafortunadamente desde hacía tiempo que ese no era el caso, estaba bien, solo que me gustaría estar más acompañada.

Casi nunca veía a mi madre, debido a que su trabajo la absorbía casi las 24 horas del día. Las visitas que mi padre nos hacía se hacían cada vez menor, ya llevaba dos meses sin regresar a casa pero de vez en cuando me mandaba un mensaje preguntando me como me iba en el colegio. Al principio pensé que tal vez mis padres se habían peleado pero llegue a la conclusión de que en realidad mis familia no era tan familiar. Cuando era pequeña mi hermano era lo más cercano a un padre y a uno madre juntos, pero cuando Gabriel creció y entro a la universidad, ya casi nunca lo veía. Muchas veces he sentido que soy rechazada por mi familia pero creo que tal vez muchos chicos de mi edad sienten lo mismo. 

Cuenta Sam

Me aleje de Melliza con ese encanto que siempre me encantaba dejar, curiosidad, estaba seguro que estaría pensado en mi por lo que resta del día. Ahora que Nathan se lo había dicho, todo se volvía más fácil y divertido. Al principio me cuestione el por qué este chico que jamás rompía una regla se lo había dicho pero no tarde tanto en notar las pequeñas manchas que tenía Melliza en su cuerpo, sino me equivocaba, Nathan me buscaría para tratar de darme una paliza por supuestamente embrujar a su querida protegida. La verdad que la idea de golpear a Nathan me divertía pero debía decirle que yo no había sido quien la había embrujado, no había lógica para que yo lo hiciera pero creía conocer a un par de imbéciles que seguro no tendrían nada de cerebro como para hacerlo. Además, me molestaba que lo hubieran hecho y eso me molestaba aun más porque me debería dar igual si a Melliza le pasaba algo. Antes de que siquiera diera la vuelta al pasillo, ya podía sentir la energía que Nathan emanaba... sería interesante.

- Date por muerto- dijo Nathan mientras se acercaba a mi con paso veloz, lanzo su primer golpe pero logre esquivarlo, siempre había sido mejor peleando cuerpo a cuerpo que Nathan. 

- Casi- dije para hacerlo rabiar, el siguiente si llego a conectar con mi barbilla. Le iba a decir que no había sido yo, solo que necesitaba regresarle el último golpee para hacer la paz con él. Lance una patada tras patada pero el lograba esquivarlas todas, siempre habíamos sido los mejores, no había nadie que pudiera vencernos si estábamos unidos. Él era el inteligente, el de las estrategias... yo era un poco más  violento, siempre ganaba en lo que concernía a peleas. Él no era malo peleando pero lo que siempre lo había matado era que era demasiado obvio, el oponente sabia donde iba tirar su siguiente golpe. Aproveche la oportunidad cuando Nathan se distrajo y lo golpee directamente en el estomago... También, yo siempre había sido el de las peleas sucias. Mi problema. 

Nathan se hecho para atrás, tal vez tendría una costilla rota o algo así, yo tenía el labio roto... en mi opinión estábamos a mano. - Ahora, antes de que te pongas de nuevo como un loco quiero decirte que yo no lo hice- dije mientras limpiaba la sangre que salía de mi labio con mi playera negra, usar negro tenía sus ventajas. 

ArcángelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora