Última estocada .25.

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Cuenta Melliza

- ¿ y eso qué significa? - pregunté sin entender cuál era el punto

- Los ángeles caídos fueron expulsados junto con Luzbel- me explico 

- Sigo sin captar- respondí yo

- Luzbel es el diablo- dijo Nathan muy serio

- Ósea que Sam es un demonio?- le pregunte incrédula, era demasiado loco todo esto como para ser verdad 

- Basta Melliza, solo te estás burlando y esto es muy serio- contestó molesto Nathan. Nathan jamás había actuado así y aunque sonara descabellado, tenía que escucharlo y tratar de comprenderlo. 

- Lo siento- me disculpe - quiero entender, por favor explícame- Nathan me observó por un momento y pude sentir como dudaba si seguir o no. 

Al final, suspiro y prosiguió - Los demonios y los ángeles caídos, no son lo mismo. Los Ángeles cayeron cuando Luzbel desobedeció a nuestro padre, no soportaba la idea de serviles a los humanos. Muchos los siguieron pero otros...- hizo una pausa y pareció que le dolía contarlo - otros solo fueron desterrados por falta de pruebas y tiempo-

Nathan se deslizo por la pared hasta que toco el piso y se quedó ahí - Ese día el cielo se iluminó, parecía lluvia de estrellas pero no eran estrellas. Muchos Angeles lloraron ese día, trataron de regresar pero jamás lo lograron. Poco a poco se fueron llenando de odio y resentimiento, se unieron a Luzbel y sembraron la tentación en el humano. La tierra fue corrompida y el humano de igual manera, sus almas fueron vendidas e intercambiadas por cosas banales. Los demonios solo son humanos tentados por el diablo, tentados por mis hermanos-

- ¿Conocías a Sam antes de ser... Pues lo que es ahora?- no podía referirme a Sam como un ángel caído, todavía ni siquiera aceptaba la idea por completo de que Nathan fuera un ángel. 

- Eramos inseparables, era mi compañero, era mi familia- dijo Nathan  con cierta tristeza en su tono de voz. Me acerque a Nathan y me resbale por la pared hasta llegar al piso, coloque mi mano en su rodilla - Lo siento- 

-Fue su decisión- contesto de manera dura y cortante, era obvio que era un tema complicado para él. Nathan se volteo a verme, podía ver el dolor reflejado en su mirada, me mataba verlo así. Coloque mi mano en su mejilla - Esta bien- le dije tratando de apoyarlo, Nathan me regalo una sonrisa apagada.

- Podrías hablar con él- dije, pero tarde me di cuenta que seria una mala idea, ya que el rostro de Nathan se volvió opaco y duro. Aparto mi mano de su mejilla y se paro del suelo - No entiendes, no es tan fácil- 

- Nathan, creo que...- empecé a decir

- No Melliza, vives en una burbuja de color rosa y no sabes lo que significaría hacer eso- dijo y se empezó a alejar. Corrí tras él y tome su mano pero Nathan la aparto - Olvidado Melliza- 

Estaba apunto de decirle algo cuando un profesor salió y nos vio - ¿Qué hacen ustedes afuera en horario de clases?- nos pregunto mientras se nos acercaba. Nathan y yo nos quedamos parados en silencio, jamás me habían llamado la atención, no era una actitud natural en mi. 

- ¿ Y bien?- dijo mientras esperaba una respuesta de nuestra parte

- Yo... él... bueno, nosotros...- empece a tartamudear

- Por favor señorita, forme una idea clara- dijo el profesor 

- Melliza y yo solo estábamos buscando su teléfono- dijo mientras sacaba mi teléfono de mi bolsillo trasero y lo aventaba lejos. - Ah! Mira, ahí esta- dijo Nathan mientras se acercaba a donde había aventado el Mobil, tomo mi celular del piso y me lo entrego. 

- Bien, ahora que han encontrado el celular creo que deberían regresar a clases- dijo el maestro con tono autoritario. - Ahora- 

Sin pensarlo dos veces y sin que me lo tuvieran que repetir de nuevo, camine hacia la puerta de entrada del comedor. En realidad no pensaba esperar a Nathan, no sé porque jamás podíamos llevarnos bien por más de una hora. Yo solo trataba de ayudar, de hacerlo sentir mejor pero él era demasiado obstinado como para aceptar un poco de apoyo. Estaba caminando  por las pasillos desértico cuando de pronto sonó la campana y todos los alumnos empezaron a llenar estos. De pronto escuche que alguien gritaba mi nombre y me detuve, tarde me di cuenta quien era quien me llamaba.

- Jamás pensé que fueras toda una perra- me grito Miranda desde el otro lado del pasillo. Todos los estudiantes presentes se abrieron para dejar un lugar para la guerra que acababa de empezar.

- Te has vuelto loca Miranda, de qué hablas?- le pregunte molesta

-Claro... Solo hazme el favor de alejarte de mi novio, zorra- gritaba, no podía ser cierto, esperaba que tardara más tiempo en correr ese maldito chisme pero ahora habían alcanzado un nuevo récord. Por un momento pensé en decirle que no sabia de que hablaba, que todo era un error pero por primera vez tenía una oportunidad de regresarle todo lo que Miranda me había hecho.

- Pues él me dijo que ustedes ya no eran nada- le conteste, todos los estudiantes emitieron esa típica expresión y ruido de "uhhhh" que hacen en las peleas. 

- ¿Cuando te dijo eso? Nathan no estuvo en clases, seguramente ni siquiera esta en el instituto- pregunto Miranda un poco nerviosa

- Hace un momento, cuando en vez de entrar a una aburrida clase, estuvimos detrás de los edificios donde nadie pudiera vernos- le respondí. Todo era cierto pero tenia un contexto muy diferente al que estaba segura que todos los presentes les darían, por mi estaba bien, en realidad yo no había mentido. 

- ¿Qué?- exclamo Miranda con los ojos llenos de lagrimas, debía de parar mi boca pero había algo que me hacia continuar

- Por favor, no te hagas la sorprendida- dije mientras caminaba hacia ella- Todos sabíamos que algún día esto pasaría, siempre trataste a Nathan como un perro y al parecer se quito su correa- le conteste, Miranda estaba ahí parada, jamás pensé verla así y mucho menos que yo la hiciera sentir así. Parecía un animal indefenso y yo, un depredador acorralando a su tierna presa. 

- Callate, Nathan jamás me dejaría por una como tú- respondió tratando de hacerme daño pero todos sabían quien iba a ganar esta pelea.

- Pues al parecer ya lo hizo- respondí, Miranda se quedo con la boca abierta de par en par. Pude ver como una lagrima corría por su rostro, era claro que le había causado daño pero por alguna razón no me sentía mal. 

- Y sabes que más me dijo...- empece a decir solo para clavarle la última estocada pero antes de que pudiera terminar la oración alguien más hablo.

- Melliza- me grito enfurecido Nathan del otro lado del pasillo, tal vez no le había gustado mucho el espectáculo. 

ArcángelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora