Ya habían pasado varias semanas. Las personas nuevas ya habían hecho amistades y ya me sentía más cómoda en clase, había confianza. De vez en cuando me giraba a hablar con Luffy. Usoop aún estaba como al principio aunque ahora más bien parecía avergonzado. La relación entre Lucci y Laura iba cambiando. Lucci ya no pasaba casi tiempo en mi casa, yo no sospechaba nada de lo ocurrido. Aunque yo a veces agradecía un rato de paz y silencio, el había llegado al punto de parecer mi hermano pequeño y no me disgustaba pasar tiempo con el. Esta vez salí de la escuela más tarde y Lucci no estaba en la puerta. Parecía que ya se había ido de hace rato. No me apetecía ir apetecía casa así que me fui al gimnasio del instituto donde, si no hay clase, te dejan usar las colchonetas para hacer volteretas. Me encontré a Rebbeca y a Nami en uno de los bancos de dentro y escuché de lo que hablaban disimuladamente. Rebbeca parecía seria. Se levantó y se fue del gimnasio. Al rato me fui de allí. Justo cuando pasaba por enfrente de los vestuarios cuandi oí gritos de ayuda desde el vestuario de los chicos. Pensé que era de fuera del gimnasio pero no. Abrí la puerta y entre con cuidado. No quería llevarme sorpresas.
-¡Ayuda!¿Hay alguien? -Decía una voz familiar.
Pasé sin decir nada. Pero al parecer mis pies se veían por debajo de la puerta del baño.
-Ey.¡Ey!¡Ayudame!¡Aquí, en el baño!
-¿Seguro...que quieres que pase?
-¡Sí, Pasa, Corre!- Dijo alarmado.Me esperaba lo peor cuando abrí la puerta cuando vi que era Luffy con un brazo metido dentro del vater.
-Se me ha atascado el brazo. -Dijo con naturalidad.
-¿Qué estabas haciendo para que se quedara el brazo atascado?
-¡Se me había caído mi comida y quería recuperarla!
-Eres de lo que no hay...No se como conseguí ayudarle a que su brazo saliera con ayuda de una regla.
-¿Cómo se te ocurrió usar una regla?
-La verdad es que estaba pensando en un calzador. Pero a falta de tenerlo...Su cara de tristeza era notable cuando notó crujir sus tripas de hambre. Soltó un suspiro.
-¿Qué puedo hacer ahora?-Dijo mientras se iba.- Ah, y gracias por la ayuda.
Me había sobrado dinero del almuerzo, así que decidí comprarle un bocadillo.
Se puso a comérselo como si fuera el último del mundo y me fui porque empezaba a hacerse tarde. Me esperaban 20 minutos de caminata y otros 10 de "senderismo" por el camino que iba a mi casa. Ya no tenía ni batería en el móvil.
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Los 7 Sexybukais
FantasiaEn un remoto pueblo marginado unos jóvenes adolescentes buscan la respuesta a unos extraños sucesos que pasan en su pueblo