-¿Y si tenemos frío? –preguntó Anne.
-Encendéis un fuego –respondió Calebud.
Estaban en su despacho, una vez más, preparándose para marchar a Elementum mientras repasaban qué tenían que hacer cuando llegasen a la zona helada, cómo debían comportarse con los aldeanos -al parecer no se fían muchos de los que no son Elementales de hielo- y qué debían hacer si encontraban a Nigrum.
-Pero eso podría atraer a las bestias. No quiero que vuelvan a morderme... -dijo Catelyn frotándose la parte de la pierna en la que había sido mordida.
-Los animales de Elementum no son fieros por naturaleza y no creo que Nigrum utilice la misma táctica –les explicó Calebud.
Siguieron discutiendo el tema del fuego y sus consecuencias cuando llegó la hora de marcharse. Realizaron el mismo ritual de siempre, pero aterrizaron en una zona distinta. Habían llegado a un lugar en el que en un lado se veía niebla y el otro una puerta inmensa que parecía hecha de hielo. Al lado de la puerta se encontraba una mujer mayor, menuda y de ojos grises que hablaba con un chico de ojos blancos.
-¡Grey! –Gritó Kristen mientras corría hacia él.
Grey abrazó a Kristen y se disponía a darle un beso cuando Christopher carraspeó. La mujer mayor soltó una risita a la par que todos los Elementales y su entrenador.
-Venga, todos adentro –exclamó la guardiana de la puerta-. Espero que traigáis buenos abrigos en esas mochilas, os vendrán bien.
-Se me olvidaba –Calebud se sacó un mapa del bolsillo-: tenéis que ir a este poblado. –El profesor señaló un punto cercano al comienzo de la zona helada; no era al poblado que tenían que ir como misión, ese estaba más adelante-. No preguntéis por qué. –Esbozó una sonrisa.
La puerta comenzó a derretirse y, cuando no quedó ni rastro de ella, los chicos se despidieron de su entrenador y de la amable anciana para adentrarse en la zona helada.
Una vez estuvieron dentro, la puerta volvió a construirse por sí sola. Los Elementales corrieron a abrigarse, excepto Mark y Kristen, que no sentían el frío.
El lugar en el que se encontraban era precioso: estaba todo nevado, los árboles, aun sin hojas, eran hermosos, las flores congeladas en su máximo esplendor, montañas blancas a lo lejos que se fundían con el cielo gris... Era espectacular.
Los chicos comenzaron a andar y Mark se rezagó para ir con Catelyn. -¿Qué crees que debería hacer? –preguntó Mark mirando desde lejos a Tara
-¿Qué crees que debería hacer yo? –le contestó Catelyn mirando a Lexie.
-Hablar con ella –respondió Mark.
-Lo mismo te digo. –Catelyn se alejó para hablar con Lexie, que estaba asombrada con todo lo que había por allí.
Mark, por su parte, se puso al lado de Tara, que iba con una llama en las manos.
-Buenas –saludó Mark.
Tara se sobresaltó y casi lanzó la llama a Mark.
-Mantén esa cosa alejada de mí, Tara Sanders –el chico rió.
-¿Te da miedo el fuego, Mark Levington? –preguntó Tara con una sonrisa.
-Me das miedo tú, lo que viene a ser lo mismo.
La chica rió. Mark se sentía a gusto hablando con Tara. Desde esa noche, todo había cambiado: ya no titubeaba al hablar con ella y podía mirarla a los ojos sin quedarse embobado. Tara se calló y Mark no quería sacar el tema del beso, no estaba seguro. Así que siguieron andando en silencio.
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Los Elementales
FantasySe acerca el demisexto cumpleaños de Mark, un chico aparentemente normal con unos ojos azules que no solo le hacen una cara bonita sino que le convierten en alguien muy especial. Días antes de su cumpleaños descubre que algunos de sus compañeros de...