Mark despertó con la cara perlada de sudor. Le había vuelto a ocurrir. «¿Por qué a mí?» pensó el chico. Cogió la manga de su camiseta y se limpio la cara con ella.
«Nunca encontraréis la entrada y mucho menos la salida.» La misma persona del sueño y de su cabeza. La misma voz. No podía ser casualidad, así que Mark definitivamente lo achacó a Nigrum.¿Quién si no iba a tomarse tantas molestias en asustar a un chaval de dieciséis años? «Nunca encontraréis la entrada» ¿La entrada a qué?» Pensaba Mark. «¿Al castillo del primer sueño?» Él recordaba que por las ventanas de ese castillo estaba todo negro, así que al aire libre no podía estar. ¿O eso no era un castillo? La cabeza le daba vueltas, así que decidió dejar el tema para más adelante.
-¡Mark! ¡Maaaaaaark!
Tara.
-¡Estoy aquí! –gritó Mark levantándose.
-¡Vale, muchas gracias por la información, Mark! ¡Si estás ahí, entonces ya...! –replicó
Tara imitando la escena del desván de la casa de Christopher Mark comenzó a seguir el sonido amortiguado de la voz de Tara.
-¡Sigue hablando! –le instó Mark.
-¿¡Qué!?
-¡Habla! Así podré seguir el sonido de tu voz.
Mark seguía la voz de Tara, que no hacía otra cosa que gritar un continuo lalalala.
Al final consiguió llegar hasta donde se encontraba su amiga, que estaba de pie apoyada en el tronco de un árbol bastante grande y extraño. Tenía los ojos cerrados y seguía gritando, no se había percatado de la presencia de Mark.
-Ya puedes parar –dijo Mark acercándose y tocándole un hombro a Tara.
Abrió los ojos asustada.
¡Mark! –Le dio un golpecito en el hombro-. No me asustes así nunca más.
-Pero si...
-Cállate –le espetó interrumpiéndole-. Ven, siéntate.
Tara se sentó en la tierra, apoyándose en el tronco del árbol que era bastante ancho como para que cupiesen dos personas.
-¿Por qué te has ido? –preguntó Tara mirando al frente, sin observar nada en particular.
-Me dolía la cabeza –respondió Mark con desgana, quitando importancia al asunto.
-Claro, y por eso te levantas pegando un bote, ¿no?
-Sí... -Tara miró al chico-. Vale, no.
-Lo sabía. –Sonrió-. Ahora explícame qué te pasa.
-Tara, no sé si...
-Venga –dio a Mark otro golpecito en el brazo.
El chico Elemental le contó a Tara todo lo que vio en su primer sueño, al escuchar música, lo que oyó en su cabeza tras terminar de hablar Catelyn y lo que volvió a soñar después de haberse marchado. Al terminar la historia, Tara miró a Mark y asintió.
-Muy bien, la fruta te ha sentado mal, tú tranquilo. –Tara le dio unas palmaditas en la pierna.
-Pero... Tara, no es la fruta. Ya me ocurrió antes de llegar aquí, te lo acabo de decir.
-Mark, no puede ser, no le des más vueltas. Serán sueños causados por algo que te haya sentado mal, pero no puedes tener sueños en los que Nigrum... -se cayó.
-¿Qué? –preguntó Mark extrañado.
-Intenta matarte, Mark –susurró Tara-. ¿Por qué te hablaría en sueños cuando está intentando matarte? ¿Por qué te cuenta cómo le va? A lo mejor quiere ser tu amigo y estamos aquí haciendo el tonto.
ESTÁS LEYENDO
Los Elementales
FantasySe acerca el demisexto cumpleaños de Mark, un chico aparentemente normal con unos ojos azules que no solo le hacen una cara bonita sino que le convierten en alguien muy especial. Días antes de su cumpleaños descubre que algunos de sus compañeros de...