Capítulo 15

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Mark corrió a toda velocidad hacia el dormitorio de las chicas para avisar a Catelyn. Cuando llegó tras haber atravesado numerosos pasillos aporreó la puerta con fuerza hasta que una de las criadas de Alana abrió asustada. Subió corriendo sin disculparse y al llegar arriba vio que había dos puertas: una abierta y una cerrada. Entró por la que estaba abierta y allí estaban las dos chicas: Catelyn y Marie. Esta última tumbada en la cama con la cara muy pálida. Catelyn estaba leyendo un libro.

-¡Catelyn! –gritó Mark y la aludida se levantó de golpe.

-¿QUÉ?

Mark le contó a su amiga todo lo que había ocurrido desde que Tara se fue –obviando la parte en la que Tara se fue dejando a Mark con la palabra en la boca- hasta que la voz profunda sonó en su cabeza. Catelyn se extrañó porque Mark no le había contado nada sobre la voz que le hablaba a veces en su cabeza, pero no se detuvo a discutirlo, sino que llamó a los demás telepáticamente gracias a la Esfera de Poder.

-¿Alguna novedad? –preguntó Mark tras unos minutos. La pierna se le movía con rapidez Tenemos que ir a la estatua de Alana, la que hay al final del jardín. Tenemos tiempo para trazar un plan. –Catelyn salió rápidamente de la habitación-. Vamos, Mark.

Los dos amigos bajaron las escaleras corriendo y ahí seguía la criada. Catelyn le dijo que subiese a la habitación de Marie y que estuviese con ella, cuidándola. La criada contestó que haría todo lo que estuviera en su mano.

Una vez que dejaron atrás la habitación de las chicas, salieron al jardín trasero. En el suelo seguían la chaqueta y los tacones; Mark no los había cogido antes, era más importante avisar a todos. Siguieron corriendo por el sendero de tierra. Catelyn se quedaba atrás porque todavía llevaba las sandalias que llevaba en la cena y se le iban saliendo, hasta que al final se las quitó y las tiró al suelo de cualquier manera.

Cuando por fin llegaron a la estatua de Alana, se encontraron con Christopher y Anne. Kristen llegó un rato después porque había tenido que acompañar a Grey a su habitación porque estaba cansado. Mark les contó a sus compañeros lo mismo que le había contado a Catelyn y, cuando éste hubo terminado, trazaron un plan: un ataque por sorpresa.

-¿Listos? –preguntó Mark una vez trazado el plan.

-Listos –contestaron los demás a coro.

Catelyn y Christopher se dirigieron a la parte izquierda del castillo, y Anne y Kristen a la derecha. Mark, sin embargo, se quedó en el mismo sitio, rezando para que todo funcionase. Se colocó la chaqueta y anduvo hacia dentro del castillo, tacones en mano. Todavía le quedaba tiempo, así que dio un rodeo por el castillo, pensando en el plan, en si funcionaria, en qué pasaría si no saliese como ellos querían... Mientras cavilaba se encontró con una criada, a la que dio los zapatos de Tara. Finalmente se dirigió hacia la puerta principal y se quedó muy sorprendido cuando vio que no estaba la misma niebla que había visto antes. «La persona que desee entrar en el castillo de Alana y no tenga un objetivo bueno y feliz, no podrá cruzar la niebla» había dicho Grey. Pero, si no había niebla, qué les impedía entrar...

-Aquí estás... -dijo una voz que a Mark le sonaba, pero no sabía de qué.

-¿Quién habla? Déjate ver y devuélveme a Tara –gritó Mark. El chico intentaba sonar violento y seguro, pero entre los nervios y el miedo, sonó como un niño asustado intentando recuperar su juguete. La risa del hombre confirmó esa sensación.

-Todo a su debido tiempo, chico. –Hizo una pausa-. Entrégate y danos tu Esfera de Poder. Como recompensa te daremos a la chica.

El hombre se iba acercando poco a poco y, por fin, Mark consiguió verlo, y esperó que sus amigos también: el hombre calvo que estaba en el bosque hace unos días.

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