-¡No, no, no! –gritó Anne.
La chica salió corriendo del pasadizo y se arrodilló junto a Christopher, llorando a lágrima viva.
-¡Chris, cariño, no! –Anne levantó la cabeza del cuerpo de Christopher-. Grey, haz algo, ¡sal de ahí y haz algo!
Grey salió el primero, seguido por los demás. Todos estaban consternados, incluso Lexie, pero solo Tara y Catelyn se permitieron llorar.
-No puedo hacer nada... está... está muerto –susurró Grey agachado al lado del cuerpo de Christopher, colocándole una mano en el cuello.
-¡Esperad! –gritó Kristen con la voz entrecortada-. Tengo una idea.
La chica cerró los ojos y desapareció a ojos de los demás.
Kristen lo veía todo negro. Era lo que más odiaba de los viajes en el tiempo: ese intervalo en el que no sabes dónde estás ni en qué momento. Finalmente, la zona desértica se abrió ante ella: el sol abrasador en lo alto del cielo azul, los Elementales paralizados dentro del pasadizo, una casa a lo lejos, una gran tormenta de arena que se acercaba por detrás de Kristen, cosa que no habían visto, y la roca negra paralizada en el aire acercándose a... a nadie. Christopher no se encontraba ahí, ¿qué estaba pasando? Sin embargo, la arena sí que estaba manchada de sangre del primer golpe. Kristen miró a su alrededor, pero nada, ni Christopher ni su mochila estaban en ningún sitio. Ni Vicuto. Con lágrimas en los ojos, los cerró y volvió al presente.
Anne estaba tirada en el suelo, llorando y gritando con Mark a su lado, consolándola, mientras Lexie consolaba a Tara y Catelyn. Grey, por otra parte, estaba extraño, nervioso, buscando a Kristen. La chica apareció de pronto y se fijó en el panorama: Christopher tampoco estaba allí y Vicuto tampoco, por lo que Marie también estaba tirada en el suelo, llorando, con un objeto negro en las manos: las gafas del que era su novio.
-¿Qué ha pasado? –sollozó Anne-. ¿Dónde está?
-No... No lo sé –consiguió responder Kristen-. Llegué allí y no estaba, había.. desaparecido. –Kristen recordó una de las cosas que había visto en el pasado y se giró-. La tormenta de arena, se acerca. Tenemos que irnos de aquí.
-¿Adónde? –preguntó Tara que tenía los ojos llorosos pero se mostraba fuerte.
-A los pasadizos –dijo Mark. Pero no podían ir a los pasadizos, estos volvían a estar enterrados por la arena, habría vuelto alguien al Mundo Oscuro, y no podían pasar.
-Vi una casa, allí, a lo lejos. –Kristen se acercó a su hermana-. Vamos, tenemos que irnos.
Entre Mark y Kristen, cogieron a la chica y se dirigieron a la cabaña. Hacía mucho calor y Kristen estaba cansada por el viaje en el tiempo, así que Tara decidió relevarla. Quedaba poco para llegar a la cabaña y la tormenta amenazaba con arrasar con ellos de un momento a otro.
Cuando llegaron, Grey tiró abajo la puerta de madera de una patada y les apremió a todos a entrar. Cuando los Elementales Divinos y Lexie estuvieron a salvo, Grey agarró a Kristen de la cintura atrayéndola para sí. El chico salió corriendo mientras la chica pataleaba y gritaba, Grey le puso una mano en la cabeza y salió un destello blanco de ella. Kristen ya no pataleaba ni gritaba, su cuerpo había quedado inerte. Y la tormenta de arena se los tragó de lleno.
¡Corred! –dijo Mark-. ¡Lo sabía! ¡Corred hacia la tormenta!
Los Elementales no lo dudaron ni un segundo, ni siquiera Anne, que aun emitía algún que otro hipido a causa del llanto; Marie había sido más fuerte y había dejado llorar hace rato. Corrieron hacia la tormenta agarrando sus mochilas con fuerza, y la tormenta se los tragó con más fuerza aún. Todo era oscuridad, polvo, más oscuridad, toses y más polvo. Los chicos caían, subían, bajaban, giraban... Era una montaña rusa de tierra. Al final cayeron con un golpe seco en un suelo de color rojo sangre. Mark se preguntó si sería su sangre, pero no estaba húmedo, sino que tenía un tacto como... como aterciopelado. Los Elementales que quedaban, puesto que el grupo iba mermando cada vez más: Catelyn, Tara, Lexie, Marie, Anne y Mark, estaban unos tirados en el suelo y otros a cuatro patas tosiendo arena.
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Los Elementales
FantasySe acerca el demisexto cumpleaños de Mark, un chico aparentemente normal con unos ojos azules que no solo le hacen una cara bonita sino que le convierten en alguien muy especial. Días antes de su cumpleaños descubre que algunos de sus compañeros de...