Capítulo 23.

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-¡Aquí está! –gritó Christopher.

Los chicos se acercaron rápidamente. En efecto, ahí estaba la entrada al Mundo Oscuro, pero el bloque de hielo había vuelto a aparecer como por arte de magia, lo que no estaba muy desencaminado de la realidad. Marie intentó derretirlo y Christopher romperlo, pero no daba resultado. Entonces Mark se acordó de cuando fue a Elementum la primera vez, cuando Calebud puso una mano en la puerta del castillo de Crístalo y le pidió entrar. Así era como los no elementales podían ir a los diferentes castillos.

Mark se arrodilló en la nieve y puso una mano en el trozo de hielo que tapaba la entrada, rogando a los dioses que funcionara.

-Por favor, habitantes de las sombras, dejadnos entrar, necesitamos refugio y alimento.

Al principió no ocurrió nada, pero finalmente el hielo acabó por derretirse. Los chicos se apresuraron, por si los habitantes de las sombras cambiaban de opinión, y se metieron rápidamente en la cueva.

Volvieron por donde habían venido, perdiéndose alguna que otra vez por los diferentes pasillos excavados en la negra roca, hasta que por fin llegaron al gran boquete que hacía a su vez de ciudad. Solo que ahora no parecía una ciudad, no había nadie: las tiendas y las casas estaban destruidas, la gente se había ido.

-Aquí tiene que haber alguien –dijo Mark.

-¿Dónde? ¿En la casa medio quemada de allí o en la que está destruida? –preguntó Catelyn.

-Si no hubiera nadie, Cat, podríamos haber entrado aquí abajo desde el principio.

-¿¡Hay alguien!? –gritó Christopher. El eco retumbó en las rocas.

-¡Ayuda! ¡Aquí! –era la voz de una mujer.

Los chicos corrieron al sitio del que provenían los gritos sin ni siquiera pensar si podría ser una trampa, saltando piedras, escombros, pero ningún cuerpo, nada que diese a entender lo que había sucedido.

-Jehee... -susurró Kristen.

La criada estaba tendida en una de las paredes de la roca, con las manos y una pierna llena de sangre. Llevaba una especie de torniquete, pero se veía negro y olía a podrido. Estaba tumbada al lado de uno de los cientos de túneles que había allí. Solo que este estaba congelado por dentro, lleno de estalactitas y estalagmitas de hielo.

-¿Qué ha pasado? Tu pierna.. –Anne miró a la pierna de la chica aguantándose el vómito-. Grey haz algo.

-No, el Elemental no puede hacer nada ya. –Jehee tosió-. Si queréis matar al dios oscuro, tenéis que ir por este túnel, siempre siguiendo el hielo.

-¿Está por ahí? –preguntó Lexie-. Pero... Espera, ¿por qué nos ayudas?

-Yo fui secuestrada. No quería vivir aquí, pero Chrystee me convenció o usó su magia, ahora ya no lo sé. Igualmente, no le debo nada a este mundo ni a su gente, yo amaba vivir en el Mundo Elemental. –Jehhe volvió a toser, contorsionándose y haciendo que el hedor que emanaba de la pierna se hiciera más fuerte-. Pero da igual, vamos, tenéis que iros. No hay tiempo, ¡corred!. –Jehee cayó al suelo, con los ojos abiertos, pero sin ver-. Cuidado con la traición. –Los ojos se le cerraron y dejó de respirar.

-¿Cuidado con la traición? –preguntó Tara-. Entre esto y lo que dijo Marie...

-No hagamos caso a eso –dijo Anne-. Debemos seguir. Marie, si eres tan amable...

Marie cerró los ojos, juntó las dos manos y empezó a moverlas haciendo círculos. "Magnus ignis" susurró y una bola de fuego comenzó a surgir en sus manos, haciéndose cada vez más grande. Cuando soltó la bola, la lanzó a la parte baja del túnel, estrellándose en el suelo pero sin pararse, sino siguiendo el camino hacia delante, derritiendo la parte baja del pasillo y dejando hueco para que pudiesen pasar a gatas.

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