Capítulo 8

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Mark se había pasado la noche en vela. Pensó en hacer una especie de maleta aprovechando que iba a tener toda la noche por delante, pero Calebud les había dicho que no lo necesitarían, que tendrían toda su ropa más adelante, pero que sería una sorpresa, así que se dedicó a leer el diario de Adeline, aunque no sacó muchas cosas en claro.

Echó un vistazo a su cuarto por última vez mientras pensaba si sería la última vez que lo viera así: su cama hecha, los pósters en la pared, los libros en las estanterías... Se colgó la mochila en la que llevaba sus libros elementales, el diario y la Esfera de Poder. Salió de su habitación cerrando la puerta y bajó las escaleras hacia el salón donde estaba toda su familia. Tras unos diez minutos de abrazos, besos, llantos y despedidas, Mark salió de casa camino del instituto, desde donde viajaría con todos sus compañeros hacia Elementum.

Cinco minutos después llegó al sitio en el que había quedado con Catelyn, esta vez ellos solos, ni con Tara ni con las Palmer; esto no era el primer día de colegio, ero algo mucho más serio.

Catelyn, ¿qué crees que pasará cuando lleguemos allí? –preguntó Mark después de haber saludado.

-No sé, Mark. A lo mejor nos sueltan por ahí y adiós muy buenas. Seremos todo lo divinos que ellos quieran, pero yo no me siento diferente y no sé si podré afrontar todo esto.

-Pienso exactamente igual que tú, Cat –comentó Mark indignado-. Somos unos niños, ¿no tienen Elementales muchísimo más cualificados? Sé que somos nosotros los únicos que podemos detener a Nigrum, pero... no sé, podrían acabar con él y ya luego que nos llamen y vamos a capturarle.

Catelyn no respondió y Mark notó que por muy valiente que fuera Catelyn en muchos aspectos de su vida que él bien conocía, ahora mismo estaba muy asustada. Igual que él.

No hablaron más en todo el camino hacia el instituto. Cuando llegaron fueron directos al despacho de Calebud.

-Sentimos llegar tarde –dijo Mark asomando la cabeza por la puerta.

-No pasa nada –dijo Calebud haciendo un gesto con la mano-, entrad.

Pasaron cerrando la puerta con mucho cuidado. Era muy pronto para que unos alumnos estuviesen en el despacho de uno de los profesores, pero ahí estaban Marie, Tara, Christopher y las Palmer, todos nerviosos.

-Está bien, ya estamos todos –comentó Calebud-. Ha llegado la hora de marcharse. Sacad todos vuestras Esferas de Poder y ponéosla en la palma de la mano derecha. Ahora poned vuestra mano izquierda en el hombro derecho de la persona que tengáis al lado, como cuando viajamos a Stridona.

Los chicos sacaron sus esferas que brillaban intensamente e hicieron lo que Calebud les había pedido. El profesor puso su mano izquierda en el hombro derecho de Mark y con su mano derecha sujetó el collar que les había enseñado el primer día.


Profesor –dijo Marie nerviosa-, ¿qué pasará con las clases? ¿Y nuestra vida diaria? La gente se dará cuenta de que nos hemos marchado.

-No se preocupe por eso ahora, señorita Gravius –respondió Calebud tranquilamente-. Tenemos Elementales que se transformarán en ustedes para estar en clase y salir a hacer recados y demás. La gente no sospechará.

«Estos Elementales lo tienen todo pensado», pensó Mark.

Calebud carraspeó.

-Ahora basta de cháchara –dijo cerrando los ojos-. Iter facere, magnis itineribus.

Los ElementalesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora