Los chicos se quedaron extrañados, mirándose unos a otros sin saber que decir. Mark miró a Catelyn, que movió la boca formando un "te lo dije". El chico volvió a centrarse en el collar. Claro que les sonaba ese símbolo, sino hubiera sido preocupante. «Si él también conoce nuestro símbolo, ¿tendrá poderes como nosotros?» pensó Mark. Aunque tenía los ojos de color marrón, no podía descartarse nada. La mayoría de Elementales –gente con poderes- tienen los ojos de color azul si su poder principal es el agua o el hielo; verdes si es el poder de las plantas o dorados si su poder es la electricidad. Pero podía haber muchísimas variantes o ni siquiera tener el color de ojos acorde con el poder.
Calebud, cansado de esperar, decidió preguntar uno por uno:
-¿Le suena a usted, señorita Palmer? –preguntó mirando a Anne.
Anne echó un vistazo rápido al collar y luego bajó la mirada:
-En mi vida lo había visto, profesor.
Entonces, si nunca lo ha visto, explíqueme el por qué del color de sus ojos o la marca que tiene en el tobillo izquierdo –dijo señalando el tobillo de la chica.
Anne, sorprendida, se bajó la malla que se le había subido y dejaba ver el retazo de un tatuaje. Mark sonrió; ya conocía la respuesta a por qué habían llevado esas mallas todo el verano.
-Los ojos de mi madre eran de ese color –murmuró.
-Los ojos de su madre... -Calebud sacó una hoja de su maletín-. La verdad es que los ojos de su madre eran de color azul, ¿o me equivoco?
La timidez de la chica desapareció y su cara empezó a tornarse de un color rojo como las uñas de Tara.
-¡No hable de nuestra madre como si la conociera! –Exclamó-. Usted no sabe nada de nosotros –finalizó con la voz entrecortada.
-Usted no la conocía –replicó Kristen en un tono bastante amenazador con los ojos brillándole por las incipientes lágrimas.
-Yo sí que conocí a su madre, fue una gran Elemental. Como lo serán ustedes si me dejan ayudarles.
El profesor calló y Kristen intentó mantenerle la mirada, pero al final acabó cediendo. Se recostó en la silla mientras le decía algo a Anne, que parecía haber recobrado la compostura, al igual que ella.
-Señorita Sanders... ¿Quiere empezar usted? -preguntó Calebud.
Tara habló mirando hacia sus manos.
-Bueno, eh... sí –vaciló-, conozco el símbolo. Es como la bandera de los Elementales, una representación nuestra en la Tierra.
Calebud chasqueó la lengua y asintió con la cabeza.
-No del todo correcto, pero me alegro de que alguien se digne a hablar de una vez por todas. Muy bien, señorita Sanders –le dedicó una sonrisa y se giró hacia los demás alumnos-. Como bien dice su compañera, esto –señaló el collar- es lo que nos representa como Elementales aquí y en Elementum, mi... nuestro lugar de origen. Por eso lo he traído aquí, para que puedan confiar en mí y contarme todo lo que sepan sobre sus poderes –se metió el collar en el bolsillo-. ¿Quién quiere empezar?
Tara levantó la mano y La Marca resplandeció en su muñeca.
-El color de mis uñas y mis labios, además de esta marca, significa que mis poderes son el fuego y la electricidad. Y el otro poder es el de la telequinesia.
Calebud sacó un folio con la foto de Tara y consultó lo que ella había dicho. Asintió.
-Fuego, electricidad y telequinesia: una mezcla interesante, señorita Sanders. Su madre tiene sus mismos poderes, ¿lo sabe usted?
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Los Elementales
FantasySe acerca el demisexto cumpleaños de Mark, un chico aparentemente normal con unos ojos azules que no solo le hacen una cara bonita sino que le convierten en alguien muy especial. Días antes de su cumpleaños descubre que algunos de sus compañeros de...