Capítulo 24

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Llevaba bastante tiempo esperándola sentado en la sala, comenzaba a perder la paciencia cuando escuchó que la puerta de la entrada se abría.

La rubia entró con dificultad cerrando la puerta con el pie. Iba cargada de bolsas llenas de provisiones, era una verdadera lástima pues ella no las necesitaría.

Fue hasta la cocina sin percatarse de que un ojiazul se encontraba mirándola y pensando en cómo debería acabar con ella. Dejó las bolsas sobre la barra y fue cuando lo miró.

Cuando lo vio sentado cómodamente en el sillón color chocolate no pudo evitar alarmarse. Otis le sonreía, no de una manera amigable, aquella sonrisa era retorcida y anunciaba que nada bueno iba a pasar si ella no llamaba a la policía.

—¿Qué haces aquí? —preguntó tratando de sonar dura.

Él la miró sin decir nada. Se levantó y dio un par de pasos a lo que Melanie retrocedió a pesar de que se encontraban considerablemente distanciados.

—¿Qué hago aquí? —repitió él en tono burlón—. Digamos que yo hago el trabajo del karma, querida, y vengo a ajustar un poco las cuentas.

Melanie lo miró con temor. Se dio media vuelta para abrir un cajón y después otro...

—¿Buscabas estos? —preguntó Otis recargado en la barra.

Le mostró tres afilados cuchillos de cocina, todo el color del rostro de Melanie desapareció y sintió que el corazón se le subió a la garganta.

—Llamaré a la policía —lo amenazó Melanie entrando en pánico.

—¿Llamar a la policía? ¿Con éste celular? —se rió por lo bajo mostrándole el celular a Melanie.

Ella palideció y comenzó a llorar.

—¿Por qué haces esto?

—Lo mismo me pregunté yo el día que hiciste llorar a ______.

—¿Así que esto es por ella? Sólo dije la verdad —se justificó tratando de parecer indiferente.

Otis pensó durante un momento qué contestarle a la perra que tenía frente a él.

—En gran parte es por ella —admitió—, pero también porque eres una perra y zorra —él rió con amargura—. No podías dejarla ser feliz, ¿no? ¡Claro que no! Querías verla llorar, ni siquiera te gusto, ni tampoco era uno de tus estúpidos caprichos, no... tu sólo me querías a mí para dañarla a ella.

—Ella no es tan importante como para perder mi tiempo en ella —se defendió.

—Y tú eres una maldita como para que sigas respirando y aun así aquí estás. Incluso en tus últimos minutos sigues siendo fiel a ti misma siendo una completa perra.

—¿Ú... últimos minutos? —preguntó asustada.

—Oh, ¿qué pasa? ¿Ahora la zorra desalmada ya no es tan valiente?

Otis rodeó la barra. El corazón de Melanie latía con furia y su cuerpo temblaba violentamente.

—Yo... yo... lo siento mucho —dijo tartamudeando—. No fue mi intención herir a ______.

—Lástima que yo si tengo intenciones de hacerte sufrir.

Un grito desgarrador salió de la boca de Melanie cuando la afilada hoja de metal se introdujo en su cuerpo abriendo paso a un chorro de sangre que empapaba el suelo.

Esa era la parte que Otis más disfrutaba.

Muchos asesinos preferían las pistolas, era cierto que así era más fácil y rápido, por no decir que se podía hacer a distancia sin dejar evidencias. Pero era demasiado aburrido para él. Le gustaba ver como el cuchillo se abría paso entre la piel y como la sangre brotaba mientras la persona, en este caso Melanie, temblaba y moría de miedo al saber que no sería una muerte rápida y placentera.

Los dulces gritos de dolor de Melanie eran como la más bella melodía jamás tocada.

Se enorgullecía al afirmar que ella había pagado por cada lágrima derramada.

—No te entusiasmes por el mañana, porque no habrá un mañana —le susurró en el oído cuando ella tomó su último aliento antes de que su cuerpo quedara frío e inerte en el suelo de la cocina.


*****

¿En qué casa vamos a festejar la muerte de Melanie? Yo llevo la leche para ponernos bien happys :v

Mi Extraño Vecino [Bloody Painter Y Tu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora